19-06-2020
Financiarización hotelera ante la pandemia
Ismael YrigoyUna de las consecuencias de la crisis financiera global de 2008 fue una mayor financiarización del sector hotelero. ¿Cómo ha afectado ahora la COVID-19 en este proceso? ¿Qué escenarios de futuro se plantean?
Crédito Fotografía: Crisi Calatreava, bajo licencia creative commons.
Tras la crisis de 2008 se intensificó el proceso de financiarización de las empresas y activos hoteleros (Yrigoy, 2016, 2019). El proceso de financiarización en las empresas hoteleras en España ha comprendido hasta la fecha de tres procesos interrelacionados: en primer lugar, del endeudamiento de las empresas hoteleras para, llevar a cabo procesos de ampliación de la planta hotelera (Murray, 2015; Yrigoy, 2019). En segundo lugar, la salida a bolsa de compañías como NH Hoteles o Meliá implicó que diversos inversores -tanto nacionales como extranjeros- irrumpieron en la propiedad de estas compañías (Yrigoy, 2016). Finalmente, las compañías hoteleras emprendieron un programa de rotación de activos, que consistió en vender parte de la de sus activos hoteleros a fondos de inversión (Yrigoy, 2019). Con este proceso las compañías hoteleras consiguieron por un lado disminuir considerablemente sus deudas, mientras que los fondos de inversión -normalmente operando como Socimis- consiguieron empezar a extraer rentas de hoteles (Yrigoy, 2019). Las rentas extraídas activos hoteleros han sido especialmente relevantes para los fondos de inversión ya que son el tipo de activo inmobiliario más rentables--en €/m2- (Yrigoy, 2016).
El impacto inmediato de la crisis de la pandemia al proceso de financiarización hotelera
El sector hotelero, ha sido de los más afectados por el descenso casi total de turistas -del 98% en marzo en España- a raíz de la crisis del covid19. Dicha caída ha provocado una serie de retos (y oportunidades) para los actores financieros operando en hoteles.
El primer desafío radica en la caída de la extracción de rentas en todos los activos hoteleros al no llegar turistas, incluidos aquellos parcial o totalmente en propiedad de fondos de inversión. En el caso de Meliá, los beneficios cayeron un 25% en el primer trimestre de 2020 (Meliá Hotels, 2020). La otra gran compañía española en bolsa, NH Hoteles, decidió en abril de 2020 dejar de pagar dividendos a los inversores, a la espera de revertir los efectos de la pandemia en el turismo. Tal escenario ha arrastrado a los propietarios de los activos hoteleros, que han visto reducir sus beneficios.
¿Cuál es el posicionamiento de los grandes fondos de inversión ante semejante caída de beneficios? Contrariamente a la situación post-2008, cuando bancos y empresas hoteleras tuvieron que vender activos hoteleros acuciados por las regulaciones bancarias post-crisis por un lado y las ingentes deudas por otro (Yrigoy, 2019), los fondos de inversión apostarán por no desinvertir y esperar a que la coyuntura epidemiológica mejore. Desde un punto de vista de los fondos de inversión, desinvertir ahora supondría interiorizar la devaluación que se está produciendo en el entorno construido: sería vender a un precio inferior al que se ha comprado los hoteles, y por tanto lanzar el inasumible mensaje -para los fondos de inversión- de que estos fondos no son los mejores vehículos para rentabilizar inversiones. La única estrategia asumible a corto plazo por su parte es esperar e intentar asumir la menor parte posible de la devaluación que se está produciendo. Los contratos de sale-and-leaseback de fondos de inversión a empresas hoteleras tienen una parte de estos contratos en que el gestor (normalmente una empresa hotelera) tiene que pagar una cantidad fija, y otra parte del alquiler que es variable según la cantidad de los ingresos hoteleros. La caída de la renta variable en los ingresos hoteleros está siendo asumida por los fondos de inversión. Es, sin embargo, en la parte del alquiler hotelero correspondiente a la renta fija donde se están produciendo más tensiones entre el rentista financiero y el gestor hotelero: las últimas semanas en el mercado hotelero han estado marcadas por la negociación entre fondos de inversión y empresas hoteleras, ya que estas últimas desean rebajar la cantidad fija de los alquileres hoteleros. Lo que se está negociando es, por tanto, quién asume el coste de la devaluación causada por el covid19.
El futuro de la financiarización hotelera: escenarios
Esta caída de rentas hoteleras no significa una desaceleración de las dinámicas financieras en hoteles, sino una reconfiguración de estas relaciones. En primer lugar, se está produciendo una aceleración del negocio bancario con empresas hoteleras: si bien históricamente la expansión hotelera se había basado en préstamos bancarios, esta tendencia se frenó en seco en 2008, cuando se acumularon las deudas de las empresas hoteleras y las necesidades de los bancos de cumplir con las regulaciones bancarias post-crisis (Murray, 2015; Yrigoy, 2018). El escenario actual es, sin embargo, distinto. Las compañías hoteleras han aliviado la deuda pre-2008, con las continuadas subida del número de turistas en hoteles, y, sobre todo, a partir de la revaluación de los activos hoteleros. Los bancos han visto cómo la normativa de regulación bancaria ha sido oficialmente relajada ante el actual escenario. Esto ha facilitado que la banca española pueda relajar sus criterios para conceder créditos a grandes sectores empresariales, entre ellos el hotelero. En este sentido, diversas compañías hoteleras han firmado préstamos sindicados con entidades bancarias: es el caso de NH Hoteles, que en mayo de 2020 firmó un préstamo sindicado por valor de 225 millones de euros y concedido por BBVA, Santander, Bankinter y Bankia.
Además de una penetración bancaria en los grandes conglomerados hoteleros, es de prever que los fondos de inversión, aprovechen como lo hicieron en 2008-18, la devaluación sufrida por los activos hoteleros para invertir aún más en este segmento. La hoja de ruta de los fondos de inversión en hoteles tiene por tanto dos etapas. Una primera, en donde una vez que los gestores hoteleros con mayor integración con turoperadores y mayor capacidad de presión sobre los poderes públicos consigan atraer turistas, los fondos de inversión podrán ir extrayendo rentas de estos hoteles e ir recuperando las inversiones realizadas en el pasado reciente. El segundo paso será invertir de nuevo en aquellos pequeños hoteles donde el daño por una temporada en blanco sea irremediable: hoteles ahogados por la falta de turistas y por créditos hipotecarios. Sin embargo, los fondos de inversión van a tener dos nuevos límites a sus inversiones hoteleras: en primer lugar, la pandemia es un factor de riesgo que puede interrumpir aleatoriamente los flujos turísticos y por tanto las rentas que se extraen de hoteles. Si este factor es determinante o no para parar las inversiones en hoteles dependerá de la propia evolución de la pandemia y de si los fondos de inversión encuentran algún otro activo donde invertir que sea a la vez más seguro y que de más rendimientos que el turismo hotelero. En segundo lugar, los fondos de inversión pueden tener un competidor que no han tenido en la última década: la banca tradicional, ávida por hacer inversiones rentables y desencadenada de las regulaciones post-2008.
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