10-03-2021
SurfCity El Salvador, ¿oportunidad o más de lo mismo?
Valentina Robledo | Alba SudLa reactivación del turismo en un país como El Salvador, cuyas autoridades han priorizado el surf, debe tomar en cuenta los impactos positivos y negativos de esta actividad en las comunidades anfitrionas. De lo contrario, sus impactos pueden hacer fracasar la estrategia turística y, sobre todo, agravar las problemáticas preexistentes.
Crédito Fotografía: Playa El Tunco. Imagen de Mike Vondran.
El surf es la principal apuesta del gobierno del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, para desarrollar el turismo en el país. A raíz del auge de este tipo de turismo en destinos costeros, la actual administración ha puesto en marcha el programa SurfCity, un programa que pretende convertir a El Salvador en un destino turístico de surf de clase mundial. La actual parálisis de la actividad turística internacional a causa de la pandemia de la COVID-19 ha ralentizado estos planes, aunque se espera que puedan jugar un papel clave en la estrategia gubernamental de reactivación del turismo.
SurfCity está previsto que se realice en un circuito de playas, desde el oriente hasta el occidente del país, en el que estarán incluidas, entre otras, El Zonte, El Palmarcito, El Tunco, El Sunzal, Punta Roca, La Paz, La Zunganera, El Pimental, Punta Mango y Las Flores. Varias instituciones del gobierno se encargarán de la gestión de este proyecto para mejorar la oferta turística, generar mayor conectividad, dinamizar la economía local, promocionar el patrimonio cultural salvadoreño y, por ende, crear un modelo turístico con desarrollo sostenible en El Salvador (MITUR, 2020).
Según la Memoria de Labores 2019-2020 del Ministerio de Turismo, el sector público está invirtiendo en mejorar la infraestructura del destino turístico. Por ejemplo, en el Puerto de La Libertad se ha construido el Mercado del Mar, un área gastronómica con 20 locales dedicados a la restauración, 84 puntos de venta de mariscos y estacionamiento para 110 lanchas y 4 bodegas. En la playa El Tunco, una de las playas de surf más famosas del país, se está ejecutando un proyecto de construcción de 6.300 m2 de pavimentación, 2.500 metros de cordón cuneta, 200 m2 de aceras e instalación de señalización vial y rotulación turística de seguridad.
Puerto de La Libertad, El Salvador. Fotografía de Valentina Robledo.
Según una entrevista realizada por el diario salvadoreño El Mundo a la Ministra de Turismo, Morena Valdez, SurfCity implica una inversión de 23.7 millones de dólares y estima que en los próximos diez años genere medio millón de puestos de trabajo en El Salvador y un flujo de ocho millones de turistas que traerán cuatro mil millones de dólares al sector turístico salvadoreño. Sin embargo, esta estrategia turística implica una serie de retos que no se pueden disociar de sus ventajas, y que deberían ser también tomados en cuenta.
La gestión del turismo en El Salvador
A inicios de los años 90, con la finalización del conflicto armado en El Salvador, se despertó el interés por el turismo en el país y el Gobierno impulsó la investigación sobre las potencialidades del sector (Martí, 2011). Pero no fue hasta el 2004, con el gobierno de la conservadora Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, presidido por Elías Antonio Saca González (2004-2009), que se creó el Ministerio de Turismo de El Salvador (MITUR). Como institución pública, el MITUR, es la máxima autoridad en materia de turismo del país y depende directamente del Gobierno de la República. Es institución encargada de definir la Política Nacional de Turismo y el Plan Nacional de Turismo.
En el 2004 se nombró Ministro de Turismo a Luis Gonzaga Cardenal Debayle. Pero éste renunció anticipadamente en 2005, tras verse involucrado en un escándalo de corrupción. El puesto vacante lo tomó José Rubén Alonso Rochi Parker.
Bajo la gestión del ministro Rochi Parker (2005-2009), se trabajó fundamentalmente en la promoción de El Salvador como destino de negocios y de sol y playa (Ministerio de Turismo 2009-2014, 2014), una estrategia que partía de la ventaja de tener un hub de transporte aéreo en el país. El primer cambio significativo de la administración fue la creación de la Ley de Turismo, firmada y aprobada en el 2005, con el fin de “fomentar, promover y regular la industria y los servicios turísticos del país”. Esta ley fue un primer paso importante en el desarrollo de la institucionalidad del turismo. Posteriormente, en 2006 el gobierno elaboró el Plan Nacional de Turismo 2014 (PNT, 2014). La visión era convertir a El Salvador en un referente internacional para el turismo de convenciones, y trazar el camino para un fuerte incremento en las llegadas de turistas al país. Concretamente, el plan se propuso alcanzar la llegada de 2 millones de visitas para el año 2014.
Sin embargo, pasados dos años de su vigencia, y ante la crisis financiera global, el gobierno decidió revisar el documento y actualizarlo al nuevo contexto económico nacional e internacional. Si bien en 2006 la proyección de llegadas para el 2014 fue de 2 millones de visitas, en el Plan Nacional de Turismo 2020 se estableció una meta inferior de 1.9 millones de llegadas y para el 2020 se propuso llegar a los 3 millones de visitas.
El siguiente período presidencial (2009-2014), marcó un cambio histórico en el país. Carlos Mauricio Funes Cartagena, fue el primer presidente de la candidatura de la antigua guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) después de la guerra civil. Nombró como el Ministro de Turismo a José Napoleón Duarte Durán, procedente de las filas del Partido Demócrata Cristiano. La apuesta turística de aquel gobierno tuvo dos ejes. Por un lado, se continuaron los esfuerzos por captar el turismo internacional con la marca país, El Salvador Impresionante, y, por el otro, se lanzó la estrategia de turismo nacional Pueblos Vivos, que pretendía “incorporar el turismo interno como uno de los ejes de desarrollo de la oferta turística nacional” (MITUR, 2015). El contexto en el que se desarrollaron estas dos estrategias turísticas no fue fácil: crisis mundial financiera, reducción de la inversión extranjera, crisis de seguridad ciudadana en El Salvador, disminución de la llegada de turistas internacionales. Aun así, los viajes internos pasaron de ser poco más de 4 millones en 2011 a más de 6,5 millones en 2013.
Ataco. Imagen de David Mejía bajo licencia Creative Commons.
Una línea estratégica similar siguió la presidencia de Salvador Sánchez Cerén (2014 - 2019), también del FMLN, en el que José Napoleón Duarte Durán continuó en el cargo de Ministro de Turismo. Durante ese período se puso en marcha el programa Vive Tu País, que buscaba atraer al alto porcentaje de salvadoreños que residen en el extranjero (CORSATUR, 2018). A la vez que siguieron los esfuerzos por captar inversión y turistas extranjeros, en un contexto especialmente complicado por los problemas de seguridad, vinculados a las maras y el narcotráfico, que nunca han cesado desde el fin de la contienda armada.
En la nueva administración de Nayib Bukele, que tomó posesión en el cargo el 1 de junio de 2019, la estrategia se reorientó para reforzar el interés por captar turismo internacional, solo que esta vez se pretende utilizar las olas de El Salvador como factor diferenciador mediante la estrategia turística SurfCity.
En el nuevo Plan Nacional de Turismo El Salvador 2030 el turismo de surf adquirió un destacado protagonismo. En el Plan se identificaron cuatro ejes estratégicos para el turismo salvadoreño: I) Preservar el Patrimonio Sociocultural y Natural Nacional; II) Gestión de las Capacidades y Potencialidades; III) Gestión de la Demanda Turística; y IV) Institucionalidad del Sector, orientado a robustecerse como país en el ámbito turístico. Según este documento público la Misión del plan es “establecer un marco orientador de esfuerzos que permitan consolidar y posicionar a El Salvador como un destino turístico competitivo considerando los ámbitos de la sostenibilidad (económico, socio-cultural y ambiental)”. Por su parte, la Visión es que El Salvador sea un destino turístico sostenible reconocido a nivel mundial destacado por su desarrollo ambiental, social y económico (MITUR, 2020). Todo esto se pretende impulsar a través de una estrategia de desarrollo turístico de surf que permita posicionar el país como un destino de clase mundial en este tipo de actividades. No obstante, es responsabilidad del Gobierno identificar los retos que puede representar este tipo de turismo para la sostenibilidad y al mismo tiempo buscar soluciones a las problemáticas socioculturales, medioambientales y económicas existentes en su territorio.
El Tunco. Imagen de Evan, bajo licencia Creative Commons.
En 2019, las playas salvadoreñas fueron anfitrionas de dos eventos internacionales de surf. En noviembre, el evento ALAS Latin Pro-2019 6 Estrellas Prime, trajo 5.000 visitantes y se supone que ha dejado 2,1 millones de dólares en el país. Y en diciembre, el ISA World SUP and Paddleboard Championship 2019, generó 8.500 personas visitas al país durante el evento, así como 5,9 millones de dólares, según fuentes de las propias instituciones impulsoras. Sin embargo, el impulso de la propuesta, prevista para el año siguiente, se vio afectado por la pandemia de la COVID-19, que ha tenido un impacto relevante en el país. El Gobierno ha trabajado en un plan de recuperación de la crisis ocasionada por los efectos de la pandemia en la economía y ha creado ocho Protocolos de Bioseguridad para la industria turística. Dichos protocolos fueron reconocidos por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), que le otorgó a El Salvador el sello “Safe Travels” por cumplir con las pautas vigentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Retos del turismo de surf en El Salvador
A pesar de los deseos gubernamentales de convertir el surf en el eje de su estrategia de desarrollo turístico, y ahora también de recuperación de la actividad, esta estrategia no está exenta de riesgos y de posibles impactos negativos en un contexto de fuerte desigualdad social. Con respecto a los impactos medioambientales, los más comunes en los destinos turísticos de surf son: la congestión, la basura, la contaminación del agua, los daños en los arrecifes, entre otros. Por lo tanto, las autoridades públicas deberían tener en cuenta los problemas medioambientales existentes, que pueden verse agravados con la estrategia SurfCity si estos no se solucionan primero. Para poner un ejemplo, debido al arrojo de basura al Río Lempa que termina desembocando en la costa del país, recientemente una de las playas de la Costa del Sol, La Puntilla, se vio invadida por plantas muertas. Estas plantas, se reproducen a mayor velocidad por la contaminación del agua y evita el paso de luz y oxígeno a los embalses.
Por otra parte, una problemática de suma importancia es la escasez de agua potable y su distribución desigual entre la población salvadoreña, y este tema no se puede ignorar en el desarrollo de una nueva apuesta turística que pretende aumentar el número de visitas al país. A pesar de que el agua abunda en el territorio salvadoreño, la población tiene que vivir con acceso limitado al recurso desde hace varias décadas. Esta escasez se debe a una mala gestión en el abastecimiento de agua potable y en el cuidado de ríos, lagos y acuíferos, por parte de la Administración.
Por otra parte, la revalorización potencial de determinados territorios en función de las perspectivas de desarrollo económico asociado al crecimiento del turismo de surf puede acrecentar las tensiones y conflictos por la tierra. Un ejemplo es el caso de la Isla Tasajera, donde en octubre del 2019 la Policía Nacional intentó desalojar forzosamente a 20 familias y se cree que el fin es reactivar un proyecto de construcción de un hotel que se había interrumpido en la época de la guerra civil. Otro conflicto existente es la expropiación de tierras que han pertenecido a familias indígenas por siglos y hoy son atractivas para el gobierno por su ubicación estratégica para el turismo. Por tanto, como afirmó Rudy Joya, director del Centro de Reorientación Familiar y Comunitaria, (CREFAC) en El Salvador en una entrevista con Alba Sud, “la pequeña actividad turística puede ser una fuente de ingresos para mejorar el nivel de vida de las familias y por lo que cualquier proyecto debe hacerse en coordinación con las comunidades”.
El Tunco. Imagen de Neka Pear, bajo licencia Creative Commons.
Tampoco se puede olvidar que El Salvador es un país afectado por problemáticas como la violencia y el tráfico de drogas y que esta inseguridad puede tener repercusiones en la estrategia SurfCity. El país tiene aproximadamente 60.000 pandilleros activos hoy en día que matan diariamente por territorio. El año 2020 terminó con 1.322 homicidios. Además, por territorio salvadoreño transitan drogas provenientes de Suramérica con el objetivo de llegar a Estados Unidos para su comercialización ilícita. De acuerdo con la literatura, el turista de surf suele consumir alcohol y drogas en sus viajes, y estos hábitos pueden fomentar el desarrollo de actividades comerciales ilícitas en las comunidades y entre sus miembros. Por lo tanto, la nueva estrategia turística debe tomar en cuenta la realidad social del país, de lo contrario, existe el riesgo de que estos problemas se acentúen con el turismo de surf.
Por otra parte, la discriminación de género es muy común en la subcultura de surf. Este deporte lo practican mayoritariamente los hombres y se tiende a discriminar al sexo femenino. Las mujeres son aceptadas en el deporte siempre y cuando sean atractivas o puedan surfear como hombres (Usher, 2015). Esta característica del surf puede incidir en la cultura machista de El Salvador. Por ejemplo, en el evento ALAS Pro Tour de Surf, que se llevó a cabo el pasado mes de diciembre en La Bocana del Puerto de la Libertad, hay datos que pueden sugerir cierta desigualdad. Por un lado, sólo alrededor del 20% del total de inscritos fueron mujeres. Por otro lado, a la categoría de hombres se les repartió un premio de $20.000 dólares mientras que a la categoría de mujeres uno de $5.000.
Desafortunadamente, diferencias como esas pueden pasar desapercibidas en un país con datos que revelan las desigualdades de las mujeres frente a los hombres. El Boletín Estadístico de Género del 2019 realizado por la institución salvadoreña Dirección General de Estadística y Censos confirma que la mujer vive en desventaja con respecto al hombre en este país. Según las estadísticas de género en la población salvadoreña el 14,76% de mujeres con 19 años o más no asisten a centros educativos porque tienen que cumplir con quehaceres domésticos, mientras que esta misma tasa para el hombre es apenas de un 0,24%. Este dato se puede comparar con un ejemplo no muy lejano de El Salvador, en Las Salinas, Nicaragua. Según un estudio realizado por Usher y Kerstetter (2015), mujeres de esta comunidad costera, anfitriona del turismo de surf, empezaron a practicar este deporte, pero lo tuvieron que interrumpir por ocuparse de sus responsabilidades en el hogar.
El Salvador está al frente de una estrategia turística ambiciosa, que si está bien gestionada puede traer beneficios al país, pero no se puede ignorar que, además, existen retos importantes para un país con un contexto como el salvadoreño. Así pues, para llevar a cabo una gestión sostenible del turismo de surf en El Salvador, que mitigue los impactos negativos de esta actividad y potencie los impactos positivos, es necesario que el Gobierno salvadoreño anteponga el bienestar social de la comunidad y conozca bien los límites de los recursos naturales que se van a explotar en la actividad. Además, es necesario realizar una planificación formal, a largo plazo, y que incluya a los diferentes grupos de interés en la toma de decisiones del desarrollo turístico. El Plan Maestro de Ordenamiento Territorial de Áreas Turísticas Prioritarias de la Costa del Bálsamoes una aproximación a dicha planificación. Por su parte, la ciudadanía también debe implicarse en los proyectos que se hagan entorno al surf para identificar y combatir los posibles riesgos que puedan intensificar las desigualdades existentes en sus comunidades. De lo contrario, el destino de surf se verá expuesto a riesgos ambientales, sociales y económicos que, probablemente, terminarán por provocar el fracaso de la estrategia turística.
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