15-04-2021
Turismo en pandemia: más allá de la emergencia en El Salvador
Xenia Ortiz | Alba SudLa pandemia de la COVID-19 ha puesto en evidencia la elevada fragilidad del empleo en el sector turístico de El Salvador. Las iniciativas públicas han tratado de dar respuesta a los impactos de la pandemia en el corto plazo, pero no se visualizan estrategias que permitan transformar dinámicas estructurales que están en el origen de esta vulnerabilidad.
Crédito Fotografía: Jardín de Celeste. Imagen Xenia Ortiz.
Uno de los principales argumentos para promover el turismo como actividad económica en diferentes países a nivel mundial es su potencial para crear empleos. La pregunta es ¿cuántos? Y, ¿de qué tipo? Actualmente es difícil responder a estas preguntas ya que existe un contingente de personas que forman parte del sector informal y que no siempre aparecen reflejados en los datos estadísticos.
La difícil tarea de medir los impactos de la pandemia
El Salvador fue uno de los países cuyas restricciones por la pandemia implicó el cierre de fronteras, la suspensión de viajes y la limitación de movilidad de las personas. Estas restricciones y la suspensión temporal de actividades no esenciales afectaron al sector turístico del país que estaba preparándose para la temporada vacacional de semana santa.
Según datos de la Corporación Salvadoreña de Turismo (CORSATUR), en el año 2019 la contribución del turismo a la economía salvadoreña representó el 6.5% del PIB, 0.6 puntos porcentuales más que el año anterior. Las restricciones a la movilidad de personas y el cierre obligatorio de varios negocios considerados “no esenciales” afectaron a la economía del país, pero sobre todo al sector turístico, que vio truncadas sus expectativas de crecimiento. También según CORSATUR, en los primeros seis meses del año 2020 la llegada de visitantes internacionales decreció un 61% con respecto del mismo período del año anterior.
Los impactos derivados de la pandemia en el país no son homogéneos. Así lo asegura Merbel Membreño, un guía microempresario que a partir de la pandemia perdió su inversión: “Yo me fui a la quiebra. Tenía una agencia en Playa el Tunco y tuve que cerrar porque ya no podía sostenerla. Mi inversión de tres años ahí quedó”.
Francisco Olano, guía nacional que también se quedó sin fuente de ingresos, señala que la supervivencia para las microempresas como la suya es más complicada que en el caso de las grandes empresas. Como ejemplo cita la forma en que algunas empresas lograron obtener ingresos durante el período de mayores restricciones a la movilidad: “En el caso de las empresas grandes de transporte han sido contratados para movilizar empleados de gobierno, algunos hoteles fueron centros de contención, los restaurantes tienen la posibilidad de vender a domicilio, pero sí creo que, de toda la actividad, los más afectados somos los guías… porque no existe esa relación de contrato”. Así, algunos negocios dedicados al alojamiento sirvieron como centros de contención para alojar a las personas que tomaron la decisión de entrar al país aún con las restricciones impuestas por las autoridades. En estos centros de contención también se alojó a aquellas personas que no acataron la medida del confinamiento establecida por el Ejecutivo.
A pesar de que la actividad turística genera empleos formales, también es cierto que por la dinámica estacional se crean fuentes de ingresos que son temporales.Y un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que el sector comercio, restaurantes y hoteles representa el 38% de los trabajadores ocupados en El Salvador, pero el 80% del empleo generado en este sector es informal.
En este punto es preciso recordar que cuando se promueve el turismo como una actividad generadora de empleo, pocas veces se detalla que varios de esos empleos son temporales y sin acceso a seguridad social. Francisco Olano confirma que situaciones como esta se dan en el país: “Yo conozco operadoras de turismo mayoristas que tienen personal de planta, ocupan 2 o 3 guías siempre y aunque trabajen todo el año no están en planilla, sino que los mantienen como servicios profesionales”.
Parque Bicentenario. Imagen de Xenia Ortiz.
El Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) al hacer un análisis comparativo de los empleados reportados en planilla para el período noviembre 2019 -2020, señala que las actividades que mayor disminución de planillas reportaron son: el sector que aglutina comercio, restaurantes y hoteles, transporte, almacén, actividades de alojamiento y servicios de comida con una reducción de 14.688 personas trabajadoras, seguido por la industria manufacturera, explotación de minas y canteras y otras actividades Industriales con una disminución de 9.078 personas y el sector servicios con 5.616 personas menos.
Los datos presentados por la OIT y el ISSSadvierten la fragilidad sociolaboral prexistente sobre la cual se asienta el crecimiento de la actividad turística. En esta misma línea de análisis, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) señala que la pandemia también aumentó la vulnerabilidad socioeconómica de las mujeres que dependen de la actividad turística. De acuerdo con esta institución, “América Latina es la región del mundo, junto con África, que tiene la mayor participación de mujeres (59%) en el sector de alojamiento y servicios de comidas”. En el caso del sector turismo de El Salvador, la participación de las mujeres en la actividad turística asciende a 75% superando el promedio de América Latina y el Caribe que asciende a 60%.
Actualmente la discusión de los impactos de la pandemia en el sector turismo se concentra casi exclusivamente en el análisis coyuntural relacionado con la caída en los empleos formales. Sin embargo, la preocupación por las fuentes de empleo del sector turismo comprometidas a partir de la pandemia pone sobre la mesa la discusión por la informalidad y la vulnerabilidad socio laboral de las personas que está en la base del crecimiento del sector turismo. En esta línea de análisis, Alba Sud señalado esta problemática en países como la República Dominicana o España.
Por su parte, Merbel Membreño, señala que en el país hay varios factores que ayudan a comprender la vulnerabilidad del sector turístico actualmente. El primero es la informalidad del sector turístico, que en principio surge de la misma necesidad que tiene la gente de obtener ingresos. Segundo, hay cierta apatía a la formalización por varias razones, entre las que sobresale la percepción de que una microempresa no está en igualdad de condiciones para competir con respecto de las grandes empresas. Y el tercer factor es el desconocimiento de los beneficios que implica formalizarse.
A estos factores se suma el hecho de que “a lo largo de la historia del turismo en el país, el control ha sido muy poco”. Según el mismo Membreño, en el país se juntan la escasa regulación de la profesión, el poco control sobre la forma de operar de los negocios del sector turístico y una dinámica donde el sector informal se reproduce a la sombra de las estadísticas. “Actualmente hay un registro de más o menos 450 guías de turismo. Cuando se crean todas estas empresas de turismo, estos emprendimientos de estos jóvenes recién graduados de las universidades o dentro de esta gente que ve en el turismo una oportunidad para tener ingresos, empiezan a tomar a otros jóvenes para que sirvan de guía y ahí se da esta proliferación de gente que se llama guía, pero no tiene ninguna credencial”, dice Membreño.
Francisco Olano advierte sobre la complejidad del contexto, donde interactúan el sector formal y el sector informal de la economía en el área de turismo. Al respecto afirma: “El sector empresarial siempre ha visto la formalidad como un gasto que no genera ningún beneficio aparte de que se ve mucho empresario informal, entonces desanima más a formalizarse”.
Otro informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo señala que “las empresas formales suelen mencionar la competencia con las empresas informales como una problemática en el ambiente de negocios debido a la asimetría en la carga regulatoria y fiscal”. En esta misma línea, Olano agrega dos factores que contribuyen a que el sector informal se fortalezca: la desconexión entre las diferentes entidades de gobierno y el temor de las implicaciones que trae formalizarse ante el Ministerio de Hacienda.
De acuerdo con información del Ministerio de Turismo de El Salvador, el Registro Nacional de Turismo es “un respaldo de calidad para las empresas inscritas que brindan los servicios turísticos. Además, se obtienen beneficios como: formar parte en el catálogo de empresas turísticas, capacitaciones, certificaciones, participan en ferias nacionales e internacionales, darse a conocer en el sitio web de la institución”. Otro factor que agrega el entrevistado es el temor de las personas a los trámites administrativos luego de la inscripción en el Ministerio de Hacienda porque esto implica que todos los meses se tiene que hacer la declaración del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y no siempre las personas saben cómo hacerlo ni tienen los recursos para pagarle a alguien cuando se está empezando.
Restaurante Los Pinos-Vista Lago. Imagen de Xenia Ortiz.
Este escenario evidencia que el turismo en El Salvador ha crecido favorecido por un sector informal que facilita la acumulación, pero a causa de su lógica de supervivencia es altamente vulnerable a situaciones de crisis como la que se experimenta actualmente. Y es en este tipo de contextos cuando es más frecuente escuchar discursos afines a la necesidad de tener un Estado protector. Sin embargo, nadie se atreve a proponer y respaldar propuestas orientadas a la reestructuración de la política fiscal basada en la redistribución equitativa de los recursos y tampoco se visualiza la necesidad de actualizar la institucionalidad relacionada con el mejoramiento de las condiciones laborales y menos aún se habla de la discusión técnica de la propuesta de ley de la función pública.
A pesar de todo esto, Francisco Olano cree que el contexto actual representa “una oportunidad para ordenar la actividad turística”. Pero, ¿cuáles son las apuestas para recuperar al sector? ¿Hay algunas que vayan más allá de atender la emergencia?
Las respuestas ante la pandemia
En el contexto de la pandemia por COVID, diversas instituciones experimentaron la limitación de no tener datos que facilitaran la toma de decisiones basada en evidencia. Y esta situación no solo se refiere a las dificultades para recolectar la información por las restricciones vinculadas a la movilidad de las personas sino también porque en países como El Salvador la planificación, el monitoreo y evaluación son temas relativamente nuevos
Es de esperar que medir el impacto del COVID implique un gran reto, sobre todo en aquellos casos que buscan incluir datos sobre al sector informal de la economía. Sin embargo, el escenario de pandemia también puede ser una oportunidad para registrar a los beneficiarios de las medidas que distintas instituciones están tomando.
Con respecto a la gestión de la información, recientemente el Ministerio de Trabajo y Previsión Social anunció la creación del Sistema de Información del Mercado Laboral (SIMEL), una plataforma virtual con indicadores que permitirán medir la evolución real del empleo y el mercado laboral del país, así como tener insumos para diseñar políticas públicas que mejoren las condiciones laborales.Actualmente El Salvador es el primer país de la región centroamericana en crear este Sistema de Información de Mercado Laboral respaldado por la OIT y el segundo en Latinoamérica
En el ámbito de la fiscalidad, algunas de las medidas incluyeron aplazar el pago de facturas de servicios públicos (luz, agua, teléfono e internet), hipotecas, préstamos y tarjetas de crédito por tres meses. Y en el caso específico del sector turístico, se suspendió por tres meses la contribución especial para la promoción del turismo y se dio una prórroga para realizar el pago del Impuesto a la Renta (ISR) correspondiente al año fiscal 2019, si el total a pagar es igual o menor a 25 mil dólares. A pesar de medidas como estas, algunas microempresas no lograron sobrevivir al impacto, tal como sucedió con el negocio de Merbel Membreño, quien perdió la inversión de tres años de trabajo a partir de la pandemia.
Datos oficiales proporcionados por la Corporación Salvadoreña de Turismo, indican que en el país existen un total de 3418 empresas turísticas registradas. En la gráfica se puede observar que un poco más de la mitad de las empresas registradas son microempresas.
Fuente: Elaboración propia con base en datos de Corporación Salvadoreña de Turismo
Esta misma fuente señala que durante la pandemia se perdió el equivalente al 44% de los empleos del sector turismo, aunque en este punto es preciso recordar que existe un subregistro compuesto por el sector informal.
A partir de este escenario tan desalentador para los microempresarios, se establecieron algunas medidas para impulsar la reactivación económica. Entre las medidas más destacadas están:
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La aprobación por parte de la Asamblea Legislativa de un fideicomiso de 600 millones de dólares para apoyar a las micro y pequeñas empresas en julio de 2020.
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El establecimiento de fondos no reembolsables para las empresas turísticas de los municipios beneficiados del Programa de Desarrollo Turístico de la Franja Costero Marina que se ejecuta con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en los departamentos de La Libertad, Usulután, San Miguel y La Unión. Según el Ministerio de Turismo en enero del año 2021 se entregaron $325.000 dólares de un total de $1.3 millones de dólares disponibles.
- La creación e implementación de protocolos de bioseguridad. Estos protocolos incluyen normas para los centros de contención, agencias de viaje, parques arqueológicos y museos, parques temáticos, servicios de transporte turístico, restaurantes, servicios de alojamiento y servicios de guiado. También se elaboró un protocolo de bioseguridad para el Aeropuerto Internacional. De acuerdo con el gobierno central, la implementación de estas normas le ha facilitado al país lograr el sello Safe Travel que posiciona al país como un destino seguro para viajar. Este sello es otorgado por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) luego de evaluar los ocho protocolos de bioseguridad del sector turístico creados por el Ministerio de Turismo y el Organismo Salvadoreño de Normalización que pertenece al Ministerio de Economía.
Hay otras medidas como el bono de $300.00 dólares y la bolsa solidaria de alimentos que benefició a algunos guías de turismo, aunque no era una medida diseñada específicamente para el sector. El Decreto Ejecutivo 14 estableció la entrega de un bono de compensación para personas que no tenían vínculo laboral y que fueron afectadas económicamente por la pandemia.
El escenario planteado muestra que hasta el momento las medidas implementadas para dar respuesta a los impactos del COVID se enfocan en la atención de corto plazo, todavía no se visualizan estrategias que permitan transformar situaciones estructurales que acentuaron los impactos del COVID, aunque medidas como la creación del Sistema de Información del Mercado Laboral (SIMEL) y la implementación de los protocolos de bioseguridad pueden ser una base para impulsar procesos de ordenamiento y reestructuración del sector.
De la emergencia a la reestructuración del sector
A nivel internacional algunos especialistas señalan que el turismo interno se vislumbra como parte de las estrategias de recuperación de corto plazo. Así lo afirma también el secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT) Zurab Pololikashvili: “el turismo interno se recuperará más rápido y con más fuerza que los viajes internacionales”.
Instituciones como la Comisión Económica para América Latina advierte que ante un entorno internacional más incierto y proteccionista es necesario construir resiliencia. En este sentido, el turismo de proximidad podría contribuir a disminuir la dependencia del sistema turístico actual con respecto de las dinámicas internacionales, al mismo tiempo que dinamizaría la economía local. A partir de este escenario es oportuno revisar el potencial del turismo de proximidad planteadas por autores como Ernest Cañada y Carla Izcara en Alba Sud como una estrategia para dinamizar la economía local.
Una de las lecciones que deja la pandemia es la necesidad de ordenar el sector de turismo y este desafío implica reestructurar el sector turismo, fortalecer la institucionalidad del turismo y gestionar la calidad de servicios turísticos sobre la base del manejo sostenible de los recursos.
A la base de la reestructuración del sector está la oportunidad de crear una visión de turismo más incluyente y responsable basada en el respeto de la institucionalidad, los derechos humanos (incluidos acá los derechos laborales) y la protección de los principales recursos naturales y culturales de los territorios. Obviamente, esto implica planificar y ordenar el desarrollo del sector, profesionalizarlo y fortalecer de manera decidida la gestión del conocimiento en turismo y la gestión de calidad de los servicios turísticos.
Fortalecer la institucionalidad sobre la cual se asienta el turismo pasa por fortalecer la función pública de tal manera que la institucionalidad vigente tenga los recursos suficientes, los mecanismos adecuados y el personal capacitado para identificar, monitorear y sancionar de manera oportuna las prácticas que vulneren los derechos humanos, los derechos laborales y aquellas prácticas que ponen en riesgo el manejo, acceso y uso sostenible de estos recursos.
Con respecto de la gestión de calidad en los servicios turísticos, el principal desafío en El Salvador es institucionalizar la práctica de la calidad y asegurarse que entre los indicadores se mida el cumplimiento de la institucionalidad (impositiva, ambiental, laboral y cultural) por parte de las empresas y que se incluyan variables que permitan medir el impacto de las empresas en la calidad de los recursos del territorio. Actualmente en el país ya existe un sello con algunas de esas características, el Sistema Integrado Centroamericano de Calidad y Sostenibilidad Turística (SICCS). Sin embargo, su aplicación en el país todavía es incipiente.
En resumen, pasar de la emergencia de la reestructuración del turismo implica innovar en la visión que se tiene del turismo, atreviéndose a diseñar políticas públicas basadas en la evidencia y cuyo fin resida en el principio universal de la equidad en el acceso y uso de los recursos, así como en la protección de estos.
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