13-04-2022
Turismo Rural Comunitario: ¿una alternativa para las comunidades andinas? El caso del Parque de la Papa (Cusco, Perú)
¿En qué medida el turismo puede ser una alternativa viable para la economía campesina de las comunidades andinas? Presentamos un estudio del investigador Cristian Terry sobre el del Parque de la Papa, conformado por cinco comunidades andinas, en la región de Cusco, donde identifica diferentes aspectos positivos que ha supuesto la apuesta por el turismo.
Crédito Fotografía: Papas nativas. Imagen de Cristian Terry.
¿En qué medida el turismo rural podría ser una alternativa viable para la economía campesina de las comunidades andinas? El estudio de caso del agro-ecoturismo del Parque de la Papa, conformado por cinco comunidades andinas (9.820 hectáreas entre 3.200 y 5.000 m.s.n.m.) del distrito de Pisaq en la región de Cusco, cuyo objetivo principal es la conservación de la papa nativa y del patrimonio biocultural asociada a ésta, muestra cuatro aspectos que permiten analizar dicha cuestión.
Si bien gran parte del turismo en Perú, y en Cusco en particular, se focaliza sobre el legado histórico-patrimonial (inca principalmente), otras formas de turismo menos convencionales también se han desarrollado últimamente. Estos últimos años, el Estado peruano, los gobiernos regionales, las ONGs e incluso algunas agencias de turismo vienen promocionando el llamado “Turismo Rural Comunitario” (TRC) como un alternativa económica para las comunidades andinas. El caso de Cusco demuestra el auge del TRC en una región mundialmente conocida por Machu Picchu, el mayor atractivo turístico del país.
El agro-ecoturismo del Parque de la Papa brinda un ejemplo de TRC que se define como una forma de turismo basada en la propiedad y autogestión de los recursos locales de las comunidades que ofertan su destino en el mercado turístico. Es cierto que el TRC ha sido criticado por diferentes trabajos académicos que ponen en tela de juicio los beneficios reales para la población local. Sin embargo, el agro-ecoturismo del Parque de la Papa matiza dichas críticas al mostrar ciertos beneficios para las comunidades andinas. Existen así cuatro áreas en las que el agro-ecoturismo tiene efectos positivos para los pobladores del Parque de la Papa.
Crédito Fotografía: Agro-ecoturismo del Parque de la Papa. Imagen: Cristian Terry.
Para estudiar estos efectos, debemos tomar en cuenta la participación directa de los “Actores turísticos del Parque” (ATP): músicos y autoridades tradicionales que dan la bienvenida a los turistas, guías locales, técnicos expertos en papas, plantas medicinales, jardines botánicos, artesanías textiles, gastronomía y “turismo vivencial”; la organización inter-comunal encabezada por los cinco presidentes de las comunidades del Parque (Amaru, Chawaytire, Pampallaqta, Paru-Paru y Sacaca); la colaboración de la ONG ANDES, que apoya con la logística de visitas y capacitaciones; así como el sistema de redistribución de ganancias entre las cinco comunidades. Esto último permite brindar ingresos a toda la población que vive del Parque. Por su parte, la organización inter-comunal favorece la autogestión del Parque y las decisiones en cuanto a la inversión de las ganancias que recibe cada comunidad gracias a las visitas. No obstante, queda aún por transferir ciertas responsabilidades de la ONG a las comunidades para una autogestión plena.
Efecto 1: Capital monetario directo e indirecto
El agro-ecoturismo genera ingresos directos a los diferentes ATP que varían según los grupos y personas. Debido a la demanda turística en el Parque, basada principalmente en visitas de un día, algunos grupos se benefician más y de manera constante, siendo los más favorecidos el grupo de gastronomía y de guías locales. Otros lo son menos, como el grupo de turismo vivencial, pues dependen de visitas de más de un día (que pernocten una noche al menos para brindar el servicio de alimentación y alojamiento).
A parte de los ingresos directos a cada ATP, el agro-ecoturismo del Parque genera también ingresos indirectos a las cinco comunidades gracias a una repartición anual de las ganancias generadas por el llamado “Fondo comunal”. Este corresponde a la acumulación monetaria de diferentes fuentes de ingreso al Parque, entre las cuáles el pago de las visitas turísticas (4 dólares) es la principal. En menor grado también se genera el aporte del 10% de los ingresos turísticos de los ATP (sobre todo del grupo de gastronomía). Gracias al crecimiento del turismo, los ingresos del Fondo comunal asociados al agro-ecoturismo han aumentado, pasando de un 17-30% del total en 2008 a un 58-64% en 2010, según estimaciones propias.
La repartición de este Fondo comunal se efectúa bajo un principio de equidad, según la participación de los ATP de cada comunidad: cuanto mayor sea su participación (según criterios predefinidos), la comunidad recibe más puntos y un mayor porcentaje del total. Este mecanismo incentiva la participación activa de los ATP haciéndolos responsables de las ganancias comunales. Al mismo tiempo, el Fondo asegura el respaldo de las comunidades al proyecto de agro-ecoturismo y del Parque (conservación de papas nativas y del patrimonio biocultural). Así, los grupos menos beneficiados directamente por el agro-ecoturismo reconocen la importancia de este Fondo comunal.
El uso de este capital depende de las decisiones propias de cada comunidad. Frecuentemente, se destina a los llamados “gastos comunales” (sustituyendo el pago de cuotas por familia a estos gastos) o al pago de faenas (trabajos colectivos para la comunidad). En otros casos, se invierte en la instalación de electricidad o de canalización de agua. Por ejemplo, en el 2010, Paru-Paru depositó el dinero en un banco para una posterior inversión.
La disminución del turismo en el 2011 produjo la reducción de los ingresos comunales, lo que muestra la importancia del Fondo comunal como mecanismo de redistribución de ganancias.
Efecto 2: Soberanía alimentaria
El agro-ecoturismo no sólo valoriza la papa nativa como producto turístico, también incentiva su consumo local. Esto tiene efectos positivos en la soberanía alimentaria (que se diferencia de la seguridad alimentaria que se puede efectuar, por ejemplo, a través de los programas estatales de distribución víveres a poblaciones en situación de pobreza, pues los pobladores controlan y deciden lo que comen). En su diario vivir, las papas son un elemento de base alimentaria para todo el año. Incluso, se fabrica chuño y moraya (productos resultantes de la deshidratación de papas) con el fin de tener reservas anuales. Paralelamente, al igual que otras actividades monetarias, el agro-ecoturismo facilita la compra de alimentos que actualmente forman parte del consumo local (arroz, fideos, azúcar, etc.) y permite la diversificación alimentaria.
Por consiguiente, el agro-ecoturismo debe ser visto como una actividad que permite la acumulación y/o alternancia entre autoconsumo y capital monetario, este último utilizado en parte para fines alimenticios. Cabe señalar además que, debido a la irregularidad del flujo turístico del Parque y al sistema de turnos (los ATP trabajan de manera rotativa), el agro-ecoturismo es compatible con las labores agropecuarias. Los momentos en los que no se trabaja en turismo se puede laborar la tierra o atender al ganado. Asimismo, el hecho que el agro-ecoturismo se realice cerca de la comunidad de origen de los ATP les facilita la realización de estas labores en comparación con otros trabajos que implican migrar fuera de las comunidades (porteadores del Camino inca, cosecha de café, trabajo en minas, entre otros). Por último, los ingresos generados por el agro-ecoturismo contribuyen a la compra de animales que pueden ser consumidos a posteriori, como el conejillo de indias.
Efecto 3: Educación y conocimiento
La ONG ANDES brinda talleres de capacitación, por ejemplo, en gastronomía o servicio al cliente. Estos son percibidos positivamente por los pobladores, al punto que el conocimiento adquirido puede compensar los bajos ingresos que reciben algunos, como los que trabajan en turismo vivencial y artesanía. Aún más interesante es que los miembros emplean este conocimiento para emprender sus propios negocios. Es el caso de una mujer, ex-miembro de gastronomía, que creó su restaurante en la comunidad de Amaru, brindando este servicio a turistas de diferentes agencias de turismo.
Por otra parte, el agro-ecoturismo promueve la educación de los niños y las niñas. Si bien esta actividad no es la única fuente de ingresos, contribuye a financiar su educación que, aunque formalmente gratuita, acarrea gastos (útiles escolares, uniforme, etc.). Hoy en día, las perspectivas educativas van más allá de una educación básica, en parte gracias a los ingresos del agro-ecoturismo. Al respecto, el caso de un guía local resulta emblemático. El dinero del agro-ecoturismo le permitió financiar sus estudios de gastronomía en la ciudad de Cusco, con lo que pudo posteriormente ser contratado como cocinero en el Camino Inca. Una parte de las ganancias fueron invertidas en la educación de su sobrino. Este ejemplo muestra la transferencia entre capital monetario y capital educativo y viceversa, así como la contribución del turismo en dicho proceso.
Efecto 4: Buen vivir
La búsqueda de mejores oportunidades salariales motiva a muchos campesinos a dejar su comunidad, al menos temporalmente. El agro-ecoturismo ofrece oportunidades de empleo local y brinda la posibilidad de quedarse en las comunidades, limitando así la emigración. A pesar que las ganancias no son necesariamente suficientes, los ATP consideran esta posibilidad como un elemento sumamente valorado y asociado a la idea de “buen vivir”. Ésta es evaluada teniendo como referencia las condiciones muchas veces precarias de otros trabajos, incluso en el ámbito turístico. Por ejemplo, algunos que trabajaban como porteadores de Camino Inca se quejaban de las malas condiciones laborales y de los riesgos en desmedro de la salud del trabajador.
Las consideraciones del “buen vivir” (desde un punto de vista local) deben ser tomadas en cuenta, y no únicamente las consideraciones monetarias. Éstas pasan muchas veces a un segundo plano justamente por la situación precaria de trabajos que pueden resultar rentables, pero en los que se come mal, se duerme mal, el trabajo es duro y con poco descanso, se está alejado de la familia, entre otros.
Conclusiones finales
El caso del agro-ecoturismo del Parque de la Papa brinda un ejemplo de cómo el turismo rural puede resultar beneficioso para la población local en términos de ingresos, alimentación, educación y buen vivir. Siendo la papa el principal atractivo del Parque y el producto de consumo local por excelencia, la biodiversidad de papas nativas promueve a la vez el turismo y la actividad agrícola. La posibilidad de tener un trabajo “en casa” promueve, al mismo tiempo, la actividad agropecuaria. Quizás es este vínculo turismo-actividad agropecuaria que brinda cierto éxito al agro-ecoturismo del Parque e induce sus efectos benéficos en el plano socioeconómico, incluyendo los aspectos educativos y consideraciones de buen vivir desde una mirada local. Cabe destacar igualmente el mecanismo del Fondo comunal que promueve una redistribución de los ingresos turísticos a un grupo más amplio de personas y no sólo a los que trabajan directamente en los servicios turísticos prestados.
Flor de papa. Imagen de Cristian Terry.
Si bien hay aportes positivos del agro-ecoturismo para las comunidades locales, existen también elementos críticos que matizan un panorama idílico. Más allá de las disparidades de ingresos entre grupos e individuos, el turismo genera ciertos conflictos entre las comunidades del Parque, promovidos por otros emprendimientos turísticos que utilizan los recursos de una comunidad (por ejemplo, la laguna de Paru Paru) sin ninguna retribución monetaria. Es allí que un modelo como el Fondo comunal permite apaciguar estos conflictos internos latentes.
Queda igualmente por asegurar una transferencia de autogestión hacia las comunidades del Parque de la Papa. Se evita así una dependencia a la ONG que apoya en una serie de actividades, aunque se corre el riesgo de desmoronar todo el proyecto de agro-ecoturismo y del Parque si no se tiene las bases sólidas para dicha transferencia. Existen aún limitantes lingüísticas (oral y escrito de español y sobre todo inglés) e informáticas (responder a correos electrónicos, dominar programas informáticos, etc.) que son parte de problemas estructurales que afectan áreas como la educación en los Andes rurales. Queda aún por ver si una autogestión será posible sin la presencia de ANDES en temas logísticos y financieros (por ejemplo, de capacitación) y si esto no pondrá en riesgo la existencia del Parque a futuro y los beneficios socio-económicos brindados por el agro-ecoturismo a estas comunidades.
Esto muestra que los efectos positivos mencionados no son necesariamente perdurables y que el turismo rural puede o no (siempre) beneficiar a las economías rurales. Por otro lado, quedan desafíos entorno a la transferencia de capacidades, conocimientos y el empoderamiento de las comunidades en los emprendimientos de TRC, dentro y fuera del Parque de la Papa.
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