20-09-2022
Casas para vacaciones cerca del mar, antes del turismo de masas
José María Romero | Univ. de GranadaLas casas de vacaciones que se construían hace cincuenta años en el litoral mediterráneo tenían un sentido de la modernidad que no se consolidó. Eran más apropiadas a los lugares y fueron construidas para acompañar el tiempo de ocio y placer. ¿Qué podríamos recuperar hoy de aquella arquitectura?
Crédito Fotografía: Casa Malaparte, Capri, Italia (1938-1942). Ventanal hacia los farallones (a partir de Fernández, 2015).
“Y cuando hubo llegado a la isla lejana, salió del mar azul a la tierra, dirigiose a la gruta habitada por la Ninfa de los hermosos cabellos y allí la encontró. Una gran lumbre ardía en el hogar, y el olor del cedro y de la tuya quemada perfumaban toda la isla. Y la ninfa cantaba con su hermosa voz, mientras tejía una tela con lanzadera de oro.”
Homero, La Odisea (Rapsodia V, p.55)
Ulises no debió sentirse extraño en el otro extremo del Mediterráneo. Sol y cielo intensos, paisaje rocoso y escarpado, vegetación rupestre relativamente escasa, todo ello cayendo de manera abrupta sobre un mar azul y transparente. Las costas de islas y determinados litorales peninsulares hispanos, del norte de Marruecos, así como de Italia y Chipre presentan un paisaje mediterráneo similar al de las costas clásicas de Grecia y Turquía. Desde la época de Homero, estar en un lugar excepcional dominando el paisaje del mar que se extiende a los pies es un sueño recurrente.
Para la disciplina de la arquitectura, la cuestión es cómo situarse en un lugar excepcional al que se le reconoce un alto valor y su estado natural original. Es decir, cómo construir en un lugar que no necesita ser intervenido, sino únicamente, como mucho, ser “acompañado” para el disfrute y el placer.
Las casas de vacaciones mostradas aquí se construyeron con cuidado y aprecio por el lugar. Sus formas de asentarse pueden considerarse válidas en la actualidad. Sin embargo, estas casas se apropian del uso particular de un lugar común, y nacen del sentimiento profundamente individualista de una cultura burguesa sofisticada que busca su disfrute y liberación personal. Aunque su origen es el valor de uso, y no el valor de cambio inmobiliario, las casas se pueden considerar puntas de lanza del inicio de la mercantilización posterior de extensas zonas del litoral turístico mediterráneo. Son los últimos rescoldos de una época que se perdía: se estaba gestando el nacimiento de la economía neoliberal. De alguna manera, sus promotores y arquitectos –todos ellos reconocidos–, fueron capaces de intuir el desastre del sobredesarrollo constructivo que se venía encima. Por ello, a partir del final de los cincuenta del siglo pasado hasta los primeros años setenta, la arquitectura mostró algunas formas de insertarse en el medio –casi experimentales, lúdicas y luego olvidadas–, menos dominadoras de lo habitual. Estas formas presentan características para la reflexión sobre la época de su construcción, su materialización, la idea de vacaciones –reclusión y liberación–, el inicio del turismo de masas, y posibles respuestas ante un presente envuelto en la crisis sistémica, que será especialmente dura en los litorales turísticos.
En la misma época, Henri Lefebvre reflexionaba sobre la arquitectura del placer ([1974] 2018), con el fondo de la ciudad turística de Benidorm. Lo hacía por la necesidad de democratizar el disfrute y su pleno acceso a las clases trabajadoras, facilitando el turismo de masas, con una actitud entre contradictoria y ambivalente. Lefebvre –como Mario Gaviria (Martínez, 2018)–, destacaba las carencias del espacio del ocio, del goce y del placer en la ciudad industrial. Y por ello, aboga por el espacio festivo colectivo y sensual, que suspende la rutina cotidiana del trabajo, y permite la apropiación lúdica y un orden diferente. Pero, por otro lado, intuye que es una transformación que abre paso al “consumo del espacio y del espacio de consumo”, que ha convertido a los litorales mediterráneos en “periferias del placer”.
En la historia de la arquitectura, las casas que se han seleccionado son marginales, aunque bien valoradas. Experimentos que no resultaron en tendencias posteriores. De hecho, son viviendas no permanentes, apartadas, de carácter lúdico y elitista. En ellas se buscaba la vida relajada, despreocupada, y de tiempos lentos –de otro tipo de ocio-, que parase el ritmo urbano habitual del resto del año de sus propietarios. Son casas para pasar el tiempo en la contemplación, y no ocuparlo en más.
Los lugares privilegiados en que se sitúan las viviendas en la actualidad serían inedificables. Éstas no se podrían construir porque ahora se encuentran en Parques Naturales o en zonas públicas de protección marítimo terrestre (al menos en territorio español desde el año 1988). Unas cuantas estarían en grave riesgo frente a las consecuencias del Cambio Climático.
Sin embargo, la manera de asentarse en el paisaje es griega, en el sentido clásico. No hay vallas aparentes cercando y acotando el lugar. En vez de dominar el lugar –como haría una implantación “a la romana clásica”–, destacan el paisaje natural. Por ello, al mismo tiempo, las casas son extensiones del lugar, y podrían ampliarse sin causar demasiados problemas. Si estas construcciones se desmontasen y desapareciesen los lugares continuarían manteniendo su carácter agreste original.
Las formas de las casas son contenidas, aunque tampoco pretenden disimular su tamaño, ni ocultarse. Sus espacios principales son los que se relacionan con el exterior –terrazas, patios, cubiertas, sombras y pérgolas–, y permiten la vida al aire libre en continuidad con el entorno natural y el disfrute de las vistas.
Los materiales utilizados en su construcción son casi todos naturales, dominando la piedra del lugar –volcánica, caliza, del marés…–, sobre los demás (madera, cerámica, cañizo…). Sus sistemas constructivos son directos y tratan los materiales de manera austera, sin pretensiones de diseño ni representación más allá de su utilidad. El hormigón armado es el único material que data la obra como contemporánea de su época, pero se muestra con encofrado tosco a la vista –rugoso y gris–, sin revestir. El lujo que muestran no es el del exceso de prestaciones, o sofisticadas instalaciones técnicas, sino más bien lo contrario: estar en condiciones básicas y disfrutar del lugar sin transformarlo. Desde el punto de vista de la construcción y de su uso, ahora pertenecerían a una arquitectura “circular”, de economía de proximidad.
1. Casa en Anavyssos, Attica (Grecia), proyectada por Aris Konstantinidis (1962), que consta de un único pabellón de piedra pizarra del lugar, de una cantera próxima. Está situada en un suave promontorio rocoso a escasos metros del mar, y realizada con forjado acabado de hormigón visto. El espacio más importante es el pórtico en L de gruesas pilastras de piedra que protege del sol y permite la contemplación del mar inmediatamente próximo (y perfora la rigidez del volumen arquitectónico).
Casa en Anavyssos, Attica, Grecia (1962) (Elaboración sobre wikiarquitectura.com, 2022).
2. Jorn Uzton -el arquitecto de la Ópera de Sidney (Australia)-, proyectó una casa para sí mismo en Porto Petro (Mallorca), en 1970. Es un conjunto de pabellones aislados -cada uno con una función doméstica diferente-, con espacios abiertos y vegetación autóctona entre ellos, que reducen el impacto visual de la vivienda sobre el acantilado. Se construye con piedra del marés en muros portantes, elementos vistos de estructura de hormigón convencional (viguetas y bovedillas), teja árabe y azulejos vidriados mallorquines. La carpintería es de madera, con persianas mallorquinas convencionales. De nuevo, los espacios porticados ofreciendo vistas al mar son los lugares más relevantes de la arquitectura.
Casa en Porto Petro, Mallorca (1970) (Elaboración sobre Trotter, 2022).
3. El arquitecto Bernard Rudofsky -que publicó La arquitectura sin arquitectos (1964)-, también proyecta para él, en Frigiliana, cerca de Nerja (1971), un conjunto de estructuras más o menos abiertas y cerradas, con patios, pórticos y soportales que se adaptan a la topografía del terreno. El conjunto se disuelve -en cierta manera-, en el paisaje de terrazas –con almendros, higueras y olivos-, realizadas con muretes de piedra caliza en seco (balates), que descienden desde la sierra de Almijara hacia el mar.
Casa en Frigiliana (Málaga) (1971) (Elaboración sobre Loren, 2014).
4. Casa en la isla de Pentelleria (Italia), proyectada por Óscar Tusquets (1975). Esta casa se realiza reutilizando un pequeño y antiguo pabellón agrícola, de piedra volcánica. Ante él, se proyectan unas terrazas con nuevos pilares de hormigón visto, que soportan un cañizo, y marcan el contraste con las antiguas terrazas agrícolas horizontales, de la misma piedra, que descienden hasta los acantilados del mar. Su arquitectura es profundamente austera. El acceso a los roquedales que dan al mar es parte fundamental del conjunto.
Casa en la isla de Pentelleria, Italia (1975) (Elaboración propia sobre Tusquets, 2022).
5. La casa de vacaciones de Les Mathes -La Rochelle (Francia)-, próxima al océano Atlántico, proyectada por Le Corbusier (1935). Es un buen antecedente de las viviendas anteriormente expuestas, en cuanto a sus intenciones, construcción y uso. Caracterizan la vivienda vacacional los muros de piedra caliza, la estructura y la carpintería de madera, y unas condiciones de austeridad grandes para vivir al exterior, según una vida relajada. De hecho, su espacio más importante es un gran porche cubierto de dos niveles que atraviesa la casa a lo ancho y permite la ventilación cruzada. El acceso a los dormitorios se realiza por balcones exteriores. Le Corbusier, que fue el máximo promotor de la Carta de Atenas y del urbanismo funcionalista, sin embargo, proyectó para uso personal en 1952, un reducido y austero Cabanon de Vacances (3,66mx3,66m), en Roquebrune, Cap Martin (Francia), frente al mar de la Costa Azul, en donde, bañándose, falleció en agosto de 1965.
Casa en Les Mathes, La Rochelle, Francia (1935) (Elaboración sobre wikiarquitectura.com, 2022).
6. La Casa Malaparte, Capri, Italia (1938-1942), es uno de los iconos de la arquitectura del siglo XX, pero de difícil clasificación. Aunque el proyecto de la casa fue firmado por el conocido arquitecto Adalberto Libera, su diseñador final fue su propietario, el escritor y corresponsal de guerra Cucio Malaparte. Éste consideró que la arquitectura que le proponía el arquitecto para el lugar era demasiado cúbica y abstracta, y poco mediterránea. En su lugar, propuso una arquitectura con tintes surrealistas, como el acceso a la cubierta y el solárium curvo -mediante una escalera que amplía su ancho según se asciende-; o los elementos interiores de la chimenea y los anchos marcos de madera de los grandes ventanales que literalmente “enmarcan” el paisaje. Su construcción fue muy dificultosa por la situación apartada. La casa se adapta a la irregularidad del farallón de roca existente para realizar la menor excavación posible. Sus gruesos muros son de obra cerámica, y los forjados de hormigón armado. La casa se enfoscó y pintó de un color rojo claro. Su acceso peatonal, tortuoso desde el interior de la isla de Capri, o en barco por el mar tras ascender una escalera de 99 escalones, representa bien su doble condición de aislamiento.
Casa Malaparte, Capri, Italia (1938-1942) (a partir de Fernández, 2015).
Casa Malaparte, Capri, Italia (1938-1942). Acceso a la cubierta y al solárium (a partir de Fernández, 2015).
Conclusiones
“Entreabierta la puerta del sueño, un camino sinuoso la flanquea. Al otro lado, causando escalofríos, como si el audaz fuera por delante de los monstruos, ¿qué encontraré? El vacío quizá. ¿Un viaje por el vacío interplanetario o quizás monstruos en medio de las maravillas? Para descubrir los lugares del placer, partamos soñando, pues lo real traiciona la alegría.”
Henri Lefebvre ([1974] 2018)
Para Heidegger “lo ideal sería el planeta vacío en el sol griego de la mañana” (Steiner, 2020). Sin embargo, desaparecieron los semidioses que habitaron estas casas y lugares, y los litorales turísticos fueron desbordados por la extensión de su ocupación y mercantilización. A este problema se suman ahora la crisis energética y la climática.
No se trata de nostalgia; es decir, de volver a tiempos pasados. Pero hay cuestiones que todavía podrían ser útiles para la reflexión del presente: por un lado, cómo la arquitectura relacionada con el placer y el ocio puede hacerse más apropiada al lugar; por otro, cómo conseguir que las ideas de placer y ocio se acerquen a los lugares habitados. Existen paradores nacionales que se construyeron con una filosofía parecida a las de las casas de vacaciones presentadas, con un sentido próximo a los lugares menos individualista. En la misma época, la red de paradores rehabilitaba para uso de parador edificios de alto valor patrimonial en centros históricos, o construía respetando los valores artesanales y medioambientales locales. También, la instalación del Club Med en Cap Creus, en Girona (1962) -construcción ligera y poco invasiva-, permitió su desconstrucción y la renaturalización de la parte del Parque Natural (declarado en 1998), que había ocupado para uso turístico intenso. Son otras exploraciones que quedaron estériles durante los mismos años.
La crisis energética es un freno radical de la velocidad de la cultura globalizada. Las problemáticas que intuían acercarse la cultura burguesa sofisticada, por un lado, y la popular y democrática, por otro, en la mitad del siglo XX, las tenemos ahora, pero mucho más graves ¿Cómo retomar la idea de ocio y placer asociada a lo mediterráneo en un mundo lleno? Lo próximo y lo cotidiano van a adquirir otro valor. Son necesarias nuevas maneras de mirar los lugares para hacerlos placenteros y apropiados de forma colectiva.
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