10-08-2023
Comunidades patrimoniales en lucha: recuperación de los clubes rurales como espacios de ocio popular
Andrés Pinassi | Alba SudLos clubes rurales constituyen lugares de ocio popular utilizados para el esparcimiento de la población de las pequeñas localidades y el campo. Muchas veces son la única alternativa para desarrollar actividades recreativas y culturales. Analizamos el caso del Club Agrario El Balde en Argentina.
Crédito Fotografía: Cena y baile en el “Club Agrario El Balde”. Fuente: Luís Felice.
Desde hace algunos años, los almacenes de ramos generales y las pulperías, lugares destinados a la venta de diferentes bienes y productos de consumo cotidiano, junto a los clubes rurales, han cobrado protagonismo en los pueblos y parajes. Conforman puntos de encuentro e intercambio social de las clases trabajadoras. Hoy en día atraviesan un proceso de revalorización patrimonial y turística que los transforma en espacios de ocio popular, no solo para visitantes, sino principalmente para la población rural que los utiliza como sitios de recreación y esparcimiento.
En la provincia de Buenos Aires (Argentina) se identifican algunas experiencias que cobran especial interés. Es el caso de la Noche de los Almacenes, en el partido de Roque Pérez, o la puesta en valor del almacén de campo La Moderna en Dufaur; la activación de pulperías, en las localidades de Garré, Cura Malaly Mercedes, por citar solo algunas; y la recuperación de los clubes rurales, como el Club Agrario El Balde, en el partido de Rivadavia.
Gran parte de estos mecanismos de rescate se ancla en agrupaciones de la comunidad, que en trabajo asociativo con los gobiernos municipales, pretenden constituir sitios de reunión y socialización para los propios locales, los que a su vez son aprovechados para el turismo. En esta misma línea, se destacan algunas iniciativas ya analizadas desde Alba Sud en torno al ocio y el turismo popular (Cañada, Gascón y Milano, 2023) y a la revalorización de patrimonios, como el caso de General Rondeau, en el partido de Puan (Buenos Aires) (Pinassi, 2022).
La puesta en valor del Club Agrario El Balde, localizado en el paraje homónimo, en el noroeste bonaerense, constituye una propuesta interesante de análisis. Hace algunos años, un grupo de residentes de la zona y ex habitantes de la colonia, iniciaron un proceso comunitario de recuperación que condujo a su reapertura en 2022.
Colonia El Balde: entre prosperidad productiva y despoblamiento
El paraje rural se emplaza en la llanura pampeana, en la subregión conocida como Pampa Húmeda, una de las áreas de mayor productividad agropecuaria de Argentina. Según el INDEC (2018), la provincia de Buenos Aires, comprendida dentro de esta gran zona, ocupa el primer lugar a nivel nacional en materia agrícola-ganadera, tanto por la extensión de tierras dedicadas a la siembra de cereales y oleaginosas, como por la cría de ganado vacuno. Esta prosperidad económica contrasta con el proceso de despoblamiento que sufre el espacio rural argentino, principalmente las localidades que no superan los 500 habitantes y aquella población que se concentra de manera dispersa en el campo (Pinassi, 2023).
Escuela de Educación Primaria Nº 13 (izquierda) y “Club Agrario El Balde” (derecha). Fuente: Andrés Pinassi.
El paraje se conforma por la Escuela de Educación Primaria Nº 13 “Remedios de Escalada de San Martín”, una vivienda (hoy en desuso) en la que residiera la directora de la institución educativa junto a su familia y el Club Agrario El Balde. Actualmente, en los campos aledaños se concentran unos pocos residentes, principalmente peones rurales y algunos propietarios de las tierras. La gran mayoría de las personas migraron a ciudades cercanas, una vez alcanzada la edad jubilatoria.
Este éxodo rural se refleja en la matrícula de estudiantes de la escuela local. En entrevista a Alba Sud, Graciela Chicote, quien fuera directora y maestra de grado del paraje durante tres décadas, destaca que “en 1945 fue cuando más alumnos hubo, eran 60; en 1970 había 30 estudiantes; en 1983, un poco más de 20. Después de tres o cuatro años, este número empezó a decaer; en 2012, llegué a tener alrededor de 15 chicos. Hoy en día, no deben superar los 10”.
Este proceso de crisis demográfica influyó, entre otras causas, en el cierre del club de la colonia. Este era un espacio que funcionaba como sitio de distracción de la población circundante, una vez terminadas las tareas agropecuarias del día, o para la realización de acontecimientos programados vinculados a la cultura rural. Graciela Chicote destaca que “el club para la gente del campo era el lugar de encuentro. Generalmente, cuando todavía funcionaba, una vez a la semana, el cantinero hacía un asado y los vecinos se reunían a charlar y a jugar al truco. Casi todos los domingos se juntaban a jugar a las bochas, a las cartas o a la pelota paleta, pasaban el día. A la tardecita comían algo y ya se volvían cada uno a su casa”. Esta dinámica cotidiana caracterizó a la gran mayoría de los pueblos rurales durante su época de apogeo y prosperidad, un tiempo que ahora los antiguos residentes de la colonia El Balde pretenden revalorizar.
Al rescate de un espacio vivido patrimonial: el Club Agrario El Balde
La iniciativa de recuperación del club se inicia hace unos pocos años, a través de una de las docentes que prestó servicios en la Escuela Nº 13, Lorena Argüello, quien sentó las primeras bases de lo que tiempo después alcanzaría un mayor desarrollo. “Cuando yo empecé a trabajar en El Balde –explica a Alba Sud– era un paraje desolado con un club derrumbado. Los viernes me quedaba hasta tarde, recorría el club y no podía creer lo que veía, una cancha de pelota paleta abandonada, un edificio deteriorado. Un día entro y se había caído parte del techo”.
El club antes y después de la intervención. Fuente: Luís Felice (izquierda); Andrés Pinassi (derecha).
A partir de aquí se inicia un proceso comunitario de recuperación de este espacio emblemático, fundado el 1º de junio de 1935. Se constituyó una comisión integrada por los lugareños y ex habitantes de la colonia, con el objetivo de volver a darle vida al sitio y ofrecer una alternativa de esparcimiento para la gente de la región. Lorena Argüello recuerda que “fue un trabajo de hormiga, empezar a llamar a cada uno, a llevar a cabo las primeras acciones. Los que venían y preguntaban, les hacía un recorrido por el club y les contaba la importancia de recuperarlo de nuevo. Esto fue solo una puntita de un gran tejido que han hecho ahora los que siguieron participando”.
El edificio requirió de intervenciones arquitectónicas importantes para su uso, por ejemplo, la recomposición de la cubierta del salón. En un inicio, estas acciones fueron financiadas por el aporte de los antiguos residentes de la colonia y otros interesados en la salvaguarda del club. Luís Felice, ex habitante del paraje y miembro de la comisión actual, relata que “cuando decidimos iniciar con los primeros arreglos, empecé a consultar a la gente que antes vivía en El Balde y a los vecinos de la zona para ver quién quería colaborar con dinero, a voluntad. También desde el Municipio de Rivadavia nos dieron una parte”. Esto posibilitó realizar los primeros arreglos, para, en una segunda fase, continuar con otras refacciones.
Tareas de mantenimiento en el predio del club. Fuente: Luís Felice.
Como una alternativa para activar y dinamizar el lugar y, a su vez, obtener un beneficio económico que les permitiera recuperar la obra, comenzaron a realizar cenas y bailes populares. Éstos constituyen espacios de reencuentro y socialización, que posibilitan construir memorias y representaciones individuales, que a la vez son compartidas, acerca del espacio vivido en la localidad en general y en el club en particular.
Otra iniciativa que se encuentra en proceso es la puesta en valor de la cancha de pelota paleta, un deporte cuyo origen deviene de la pelota vasca. Ello posibilitará realizar campeonatos recreativos con un público regional, como una forma de captar ingresos y de recuperar una práctica tradicional del lugar.
A pesar de que todavía las tareas de intervención arquitectónica continúan y que las propuestas de esparcimiento resultan acotadas, éstas tienen gran potencialidad de desarrollo. Desde la agrupación de la comunidad, si bien la mayoría de los integrantes ya no reside en el lugar, siguen apostando para que el paraje rural siga vivo. El arraigo latente y el sentido de identidad territorial se tradujo en acciones concretas para la revivificación del club. Al respecto Luís Felice considera que “para todos los que nos hemos criado en la colonia, ver el club que estaba derrumbado y ahora tenerlo restaurado, es un gran logro, porque es un espacio que lo han construido nuestros padres y abuelos con tanto esfuerzo. Creo que es el orgullo más grande que tenemos”.
Para reflexionar: comunidades patrimoniales y ocio-turismo popular
El caso expuesto constituye un ejemplo de un conjunto de iniciativas que se suscitan desde hace algunos años en el espacio rural argentino. Características que son compartidas por otras latitudes, que a pesar de presentar diferencias en sus particularidades, tienen en común la conformación de espacios de defensa y resistencia en ámbitos vulnerables. Como resultado, se erigen “comunidades patrimoniales” (Pinassi y Bertoncello, 2023) que se activan con un fin común, ante las amenazas de un contexto capitalista-global que arrasa con ciertas estructuras sociales y formas del espacio.
Encuentro social en el “Club Agrario El Balde”. Fuente: Luís Felice.
El ocio y el turismo popular se presentan como un medio para el desarrollo de estos territorios hostiles que atraviesan el despoblamiento. El caso del Club Agrario El Balde, al igual que otros analizados con anterioridad, evidencia la posibilidad para el renacimiento de este tipo de espacios con una fuerte carga simbólica y afectiva para los propios locales. Iniciativas que no se rigen por la lógica capitalista del lucro, sino por otros intereses más allá del mero beneficio económico y el consumo banal de productos turísticos. Son experiencias recreativas que se erigen fuera de los sistemas tradicionales del turismo (Cañada, Gascón y Milano, 2023) y que permiten visibilizar realidades disonantes en el marco de contextos poco venturosos.
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