12-10-2023
Turismo científico en la Reserva Natural La Planada
Iris Schneider | Alba SudLa comunidad investigadora del Instituto Humboldt, la Universidad de Nariño, la Gobernación de Nariño y el pueblo indígena Awá unen sus fuerzas en un proyecto de tres años para dar a conocer la reserva natural La Planada en Colombia mediante el turismo científico.
Crédito Fotografía: Entrada a la reserva natural La Planada. Imagen cedida por John Jairo Bernal.
A 27 km del municipio de Ricaurte (departamento de Nariño, Colombia), se encuentra la reserva natural La Planada, un bosque de niebla de 3.200 hectáreas que desde los años noventa ha sido motivo de estudio por parte de la comunidad científica debido a su rica biodiversidad: más de 300 especies de orquídeas y de aves, algunas endémicas; 80 especies de mamíferos, entre ellas, el oso de anteojos (Tremarctos ornatus); 43 especies de anfibios, dos amenazadas; y 21 especies de reptiles (Equipo técnico Reserva Natural La Planada, Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos [CEPF], Patrimonio Natural, Resguardo Pialapí Pueblo Viejo, 2019:8).
La reserva La Planada se inauguró en junio de 1983 y fue la primera reserva forestal protectora de carácter privado en Colombia (1984), gracias a la financiación del Fondo Mundial para la Naturaleza y la Fundación para la Educación y el Desarrollo Social (FES) (Equipo técnico Reserva Natural La Planada, CEPF, Patrimonio Natural, Resguardo Pialapí Pueblo Viejo, 2019:13).
Desafortunadamente, en 2007, tuvieron que retirar a todo el personal que trabajaba en la reserva debido a la escalada de violencia en el contexto del conflicto armado, que ocasionó el asesinato de la auxiliar administradora Janeth Portillo, el 26 de octubre de 2006, por parte de las FARC.
No fue hasta 2010, que FES cedió la reserva al Resguardo Indígena Awá Pialapí Pueblo Viejo con la condición que velaran por su biodiversidad y promovieran un desarrollo sostenible de la región (Paz-Morán et al., 2023:14). A continuación, el Resguardo empezó un proceso de recuperación de la reserva con la intención de generar nuevos proyectos a partir de la financiación externa y de actores institucionales. Un primer paso fue la redacción, en 2019, del Plan Estratégico 2020-2025, posible gracias a la ayuda económica del Fondo de Alianzas para Ecosistemas Críticos (CEPF).
Paralelamente, a raíz de los Acuerdos de Paz de 2016, el Resguardo inició vías de diálogo con el gobierno de Nariño. Coincidió que en aquel momento el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación lanzó un proyecto tipo (“Colombia, turismo científico de naturaleza”) que tenía como objetivo el “diseño y la implementación, en co-creación con la comunidad, de alternativas económicas basadas en la gestión sostenible de los activos bioculturales” (Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación [Colciencias], 2017:12). Este planteamiento respondía a las necesidades del Resguardo, que se presentó a la convocatoria y la obtuvo con el proyecto “Diseño y prueba de una estrategia de innovación social de turismo científico de naturaleza en el territorio ancestral Awá del departamento de Nariño”. Finalmente, gracias a la financiación del Sistema General de Regalías, se firmó y se fijó la fecha de inicio para el 20 de febrero del 2020.
En el proyecto, que duró tres años, participaron 23 personas, escogidas en asamblea, de la comunidad indígena Awá; 10 del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (de ahora en adelante, IAvH); 18 de la Universidad de Nariño; y 5 personas del equipo supervisor del proyecto de la Gobernación de Nariño. Entre ellas, tomaron parte también Yuri Caicedo, del pueblo Awá, coordinadora del proyecto y actual directora de la reserva natural La Planada, y Camila Bernal Mattos, investigadora del Centro de Economía y Finanzas de la Biodiversidad del IAvH. Para la redacción de este artículo, hemos tenido la oportunidad de hablar con ellas dos para que nos compartieran sus experiencias dentro del proyecto, así como las perspectivas de futuro para el turismo científico en la Reserva Natural La Planada.
El proyecto de turismo científico: la formación en doble vía
La metodología utilizada para el diseño, de manera participativa, de una estrategia de turismo científico para La Planada, fue la formación en doble vía. Consistió en la aportación de las diferentes formas de investigación y conocimiento, tanto de la comunidad científica de la Universidad de Nariño y del IAvH, como del pueblo indígena Awá, para hacer una caracterización biológica, socioecológica y cultural de la reserva (Paz-Morán et al., 2023:5).
De esta manera, según explica Camila, la comunidad científica tenía el rol de aportar sus técnicas de estudio e información, pero pensadas siempre desde las necesidades del territorio y de la comunidad indígena. También añade que la formación resultó ser en múltiples vías debido a la participación de personas de diferentes disciplinas, procedencias y edades.
Tal como señala Camila, una de las primeras tareas que realizaron durante el inicio del proyecto fue “plantearse qué es el turismo científico”. Se hizo un análisis del estado del concepto y un mapeo de experiencias nacionales e internacionales. Se diferenció del turismo de naturaleza, por el hecho de no ser solo una actividad contemplativa y recreativa sino que también genera conocimiento, a través, por ejemplo, de proyectos de investigación o de la ciencia participativa. Finalmente, según explica Camila, se entendió el turismo científico no solo como un “valor de uso de la biodiversidad sino que aporte información útil para la toma de decisiones para la gestión sostenible de los territorios”.
Recorrido a pie por La Planada con un guía Awá. Imagen cedida por Fernando Guacas.
Para Camila, otro de los retos que hubo asociados al ámbito del turismo, fue el de acercar la idea de “viaje” a aquellas personas de la comunidad Awá que no habían viajado nunca. Esto era necesario para que pudieran entender mejor las necesidades de las personas que en un futuro próximo visitarían la Reserva.
Para ello se organizaron algunas visitas a otras comunidades en Ecuador, donde ya se desarrollaban proyectos de turismo comunitario. Estos “viajes de intercambio” sirvieron para que pudieran experimentar qué quiere decir ser visitantes y motivarlos para trasladar las experiencias o aprendizajes que consideraran pertinentes a su territorio. Tal como se recoge en uno de los volúmenes publicados del proyecto, hablan del viaje como “una actividad relacionada con salir de lo cotidiano para trasladarse de un lugar a otro, con un motivo específico, que permite relacionarnos con otras personas y con uno mismo. Es una oportunidad durante la cual se camina, explora, observa, investiga, conoce y aprende cosas nuevas [...]. Viajar es tener sueños y proyecciones para la vida al tejer la palabra” (Bernal-Mattos y Ximena-Galeano, 2023:8).
Una vez clarificados estos dos términos (turismo científico y viaje), se prosiguió con otro de los bloques troncales del proyecto: determinar los atractivos turísticos presentes en la reserva, a partir de los cuales se cocrearía un portafolio que contuviera la oferta de servicios turísticos, una propuesta de negocio y una hoja de ruta. Para este fin, se organizaron módulos científicos y socioculturales.
En lo que respecta a los módulos científicos, se hicieron seis monitoreos biológicos entre los cinco grupos que se priorizaron (aves, plantas epífitas, herpetos -reptiles y anfibios-, plantas útiles y lepidópteros), a partir del conocimiento del bosque por parte de la comunidad y de las técnicas científicas del personal investigador de la Universidad.
En este punto, tanto Yuri como Camila, coinciden que supuso un gran reto la conciliación entre los procedimientos científicos típicamente occidentales y el Mandato Ancestral de Justicia Propia de la comunidad Awá. En el Mandato, se prohíbe la colecta o el sacrificio de las especies animales o vegetales, una metodología a menudo utilizada en la investigación. Fue necesario el diálogo para que parte del personal investigador entendiera y respetara esta norma y se diera cuenta que era posible realizar los estudios de otro modo.
Después de los censos biológicos, también se hicieron actividades de ciencia participativa, diseñadas a partir de preguntas o intereses que quedaran por resolver dentro de la comunidad. De este modo se procedió a la identificación de especies de mariposas nocturnas o a la creación de un banco de sonidos del bosque nocturno, o “tangan de sonidos”: una expresión en idioma Awapit que significa “lugar de la casa Awá donde se guardan los alimentos o semillas importantes que se necesitan conservar”.
Por lo que concierne a los módulos socioculturales, Camila destaca la importancia que tuvieron, puesto que sirvieron para que hubiera una apropiación cultural por parte de la comunidad, dado que muchas de las personas del pueblo Awá no habían aprendido el Awapit o desconocían otros elementos de la cultura. Yuri añade que los módulos culturales ayudaron a que se dieran cuenta que como comunidad también tenían mucho para explicar y una gran capacidad de generar conocimiento.
Bosques de niebla en la reserva natural La Planada. Imagen cedida por John Jairo Bernal.
Otro resultado muy satisfactorio, y que no se esperaba, fue el empoderamiento de las mujeres de la comunidad Awá durante todo el proceso. Sobre esto nos habla Yuri Caicedo, que fue escogida coordinadora del proyecto de turismo científico por la asamblea del Pueblo Awá, formada por más de dos mil habitantes. Lamenta que la comunidad todavía cargue con un fuerte componente machista y que aun quede mucho camino por recorrer, pero se siente orgullosa de haber ocupado un lugar de tanta responsabilidad en el que tuvo que representar a todo un pueblo. El proyecto dio la oportunidad de visibilizar que las mujeres “sí podemos estar en estos procesos de conservación, liderazgo y organizativos”.
El proyecto ya se encuentra en fase de cierre, y está previsto que finalice el 19 de noviembre de 2023. Se han podido identificar un total de 79 atractivos turísticos potenciales para la reserva, de los cuales 59 han sido priorizados por su condición biofísica (Pérez-Rincón y Ximena-Galeano, 2023:10). A pesar de que la duración del proyecto tendría que haber sido de dos años desde su fecha de inicio (febrero de 2020), ha sufrido tres prórrogas y varias reprogramaciones temporales debido al confinamiento durante la pandemia, a partir del 7 de marzo de 2020, y al Paro Nacional de junio y julio de 2021.
Aunque haya habido complicaciones y múltiples retos asociados al proyecto, Camila y Yuri coinciden que las expectativas se cumplieron con creces, que fue un aprendizaje constante y transversal y que, a partir de la base creada, la comunidad toma ahora el rol de seguir adelante con el turismo científico en La Planada.
Una visita a la Reserva Natural La Planada
Una vez desarrollada la estrategia de turismo científico, ¿qué servicios y actividades esperan actualmente al visitante en la reserva natural La Planada? Según nos relata Yuri, entre las actividades científicas que pueden hacerse, hay más de siete recorridos a pie, donde se puede observar la diversidad de flora y fauna en compañía de un guía Awá. También se ofrecen talleres de artesanía como, por ejemplo, aprender a tejer la fibra de la tetera con la que se pueden elaborar sombreros o carteras, y de gastronomía Awá, a partir del producto básico que es el plátano. Los visitantes también pueden apoyar los procesos de investigación si participan en las experiencias relacionadas con actividades de ciencia participativa, el tangán de sonidos o el inventario de mariposas nocturnas.
Taller de artesanía en La Planada. Imagen cedida por Fernando Guacas.
En cuanto al alojamiento, hay de dos tipos: las cabañas, un total de tres con capacidad para cuatro personas, y que disponen de baño privado y agua caliente; o bien el Hotel Comunitario El Pavao, con capacidad para una treintena personas. También tienen un restaurante donde pueden dar de comer hasta cuarenta personas.
Desafortunadamente, la mayoría de alimentos que usan en el restaurante para preparar las comidas no provienen de la misma comunidad, sino que los compran en la cabecera municipal. Esta situación es debida a la plantación de los cultivos ilícitos que han sustituido de manera progresiva a los cultivos de “pancoger” (productos que satisfacen parte de las necesidades alimentarias de una población), y que ha resultado en una pérdida de la soberanía alimentaria. Es por eso que, paralelamente al proyecto de turismo científico, también se ha iniciado un proyecto con bioproductos, con la colaboración del IAvH, con el objetivo de promover la manufacturación de una salsa de ají (o guindilla; chuil, en idioma Awapit) y así fortalecer el uso del producto local y la generación de las redes de valor.
Aparte de las infraestructuras mencionadas, también hay un centro de documentación, un pequeño museo y un auditorio, con conexión wifi. Este último se utiliza sobre todo para las reuniones de la comunidad, que se encuentra en proceso de actualizar su Mandato Ancestral, o para ofrecer talleres de capacitación para la Guardia Indígena Ambiental, creada en 2008 con el objetivo de cuidar, proteger y salvaguardar el territorio.
Respecto a los costes, las tarifas son diferenciadas según las persones visitantes sean de la comunidad, del municipio o nacionales y extranjeros. Yuri señala que, de momento, el perfil de la persona visitante es sobre todo gente de la misma comunidad pero también estudiantes de universidades, personal investigador o personas que vienen a “contemplar, andar la naturaleza, desconectar del mundo de fuera y conectarse con la Madre Tierra”.
La población joven del pueblo Awá también ha encontrado un punto de anclaje dentro del proyecto de turismo científico, al crear un equipo de comunicación para dar a conocer la reserva a través de las redes sociales y de una futura página web. Son conscientes que la viabilidad del turismo científico en La Planada depende de la cantidad de visitantes que llegue.
De hecho, una de las principales debilidades es el presupuesto tan limitado que tienen, que es demasiado bajo y no les permite tener a suficiente personal contratado. Ahora mismo solo hay tres puestos de trabajo fijo: dirección, administración y manipulación de alimentos. El servicio de guiaje turístico solo se contrata según la demanda que haya. En consecuencia, los fondos disponibles dependen en su totalidad de los ingresos que reciben de la actividad turística o de los proyectos a los cuales se presenten.
Cabañas de La Planada. Imagen cedida por John Jairo Bernal.
Otra amenaza actual es elconflicto armadoque, a pesar de los Acuerdos de Paz de 2016, continúa presente: se consiguió desmembrar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero algunos de sus antiguos miembros crearon nuevos grupos disidentes al no estar de acuerdo con su disolución. El fuego cruzado por el control de las tierras entre las disidencias de las FARC y otros grupos armados, como el Ejército de Liberación Nacional o los paramilitares, “afecta a los procesos de las comunidades porque la gente tiene miedo a venir y visitar la reserva”, tal como explica Yuri. De todos modos, el pueblo Awá no desfallece y continúa su “lucha por el territorio y la vida” mediante su “arma fundamental, que es la palabra, el diálogo, llegar a acuerdos, para que nos dejen continuar con nuestros procesos”.
Entre las oportunidades de futuro, Yuri destaca la ampliación de la Reserva: apostar por la conservación y que no se talen más árboles para la construcción de parcelas. Es un objetivo que quiere lograrse en cooperación y a partir del diálogo con las comunidades indígenas y campesinas que limitan con el territorio que ocupa la reserva.
Yuri también expresa la voluntad del pueblo Awá para seguir con el proceso de consolidar el turismo científico como una alternativa económica viable: “No queremos que pase cómo en otros proyectos, donde llegan los profesionales, el equipo técnico, y después termina todo”. Pero son conscientes que necesitarán el apoyo de las instituciones, amistades, otras comunidades, tanto dentro como fuera del país. Ante todo, desean que la reserva siga visibilizándose, reciba visitantes y que se sepa que La Planada es un “centro de formación, de investigación, un lugar de contemplación de la naturaleza, para andar y respirar aire puro”, y donde el pueblo Awá desarrolla la tarea de “proteger y cuidar el territorio, que es vida”.
Camila, por su parte, también destaca la importancia que en el futuro cada vez puedan vincularse más personas del Resguardo al turismo científico, que el proceso de formación continúe en el sí de la misma comunidad, y lo expresa así: “se ha sembrado una planta, que empieza a crecer. Creo que es una planta que tiene buenas raíces, porque han quedado las personas que participaron en el proceso, pero su crecimiento no será rápido. Irá creciendo, tiene unas buenas hojas, pero falta seguir regándola para que consiga consolidarse”.
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