20-02-2024
Gestión comunitaria de recursos naturales en el África Austral: límites de un modelo de conservación
Telma Mabureza & Mayra Laborda | Alba SudLa limitación de las actividades tradicionales en favor del turismo en Mavodze, Mozambique, a raíz de su designación como parque nacional en el año 2002 y la aplicación de la Gestión Comunitaria de Recursos Naturales, ha provocado nuevos conflictos.
En 2002, la aldea de Mavodze, Mozambique, vio cómo su territorio se convertía en el Parque Transfronterizo del Gran Limpopo, interrumpiendo las actividades agrícolas tradicionales y promoviendo el turismo como sustituto, bajo la premisa de la Gestión Comunitaria de los Recursos Naturales (CBNRM). Con este texto, pretendemos cartografiar los conflictos medioambientales a los que ha dado lugar este cambio.
El enfoque de gestión comunitaria de los recursos naturales (GCRN) en los parques africanos surgió en la década de 1980 como respuesta crítica al enfoque conservacionista tradicional. Este último excluía a menudo a las comunidades locales, lo que provocaba conflictos y resistencia (Joppa, Loaire y Pimm, 2009). La financiación de la GCRN procede de diversas fuentes, como gobiernos locales, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales (ONG), donaciones y asociaciones público-privadas. Organizaciones de renombre internacional como el Banco Mundial, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desempeñan un papel importante en la prestación de asistencia financiera y técnica a los programas de la GCRN en los parques africanos (Joppa et al., 2009). Estos recursos se destinan a diversas actividades, como la formación de las comunidades locales en prácticas de gestión sostenible, el desarrollo de infraestructuras para el ecoturismo y la ejecución de programas de conservación de la fauna y la flora.
Tal y como la definen Borrini-Feyerabend et al. (2004), la CBNRM es una asociación en la que varios actores sociales negocian colectivamente la gestión, los beneficios y las responsabilidades en relación con un territorio o unos recursos naturales. A pesar de haber cobrado importancia en la conservación africana en la década de 1980, Mbaiwa (2015) subraya que el término no se originó en África y no abarca plenamente la singularidad de la conservación comunitaria en el sur de África. A pesar de las críticas, Mbaiwa (2015) sostiene que, al menos en teoría, el paradigma de la GCRN representa una reformulación significativa, ya que abandona los enfoques preservacionistas y adopta un enfoque participativo horizontal.
Según Borrini-Feyerabend et al. (2004), la CBNRM pretende reducir la pobreza, conservar los recursos naturales y promover la buena gobernanza y la descentralización. Desde la perspectiva de la CBNRM, la buena gobernanza no se limita a la toma de decisiones, sino que incluye un sistema político democrático y eficaz. La descentralización se considera esencial para reforzar estos elementos en los países del Sur Global.
A pesar de las expectativas optimistas en torno a la CBNRM, destacadas por la UICN en 1996, sus resultados han sido más bien modestos: beneficios limitados y conflictos para las comunidades del sur de África, tal y como argumentan Campbell et al. (2001). Entre las críticas y los retos asociados a la CBNRM se encuentran, según la FAO (2021):
- distribución desigual de los beneficios entre las comunidades implicadas
- escasez de conocimientos técnicos y recursos financieros; los conflictos intracomunitarios;
- perturbación de la integridad ecológica debido al turismo;
- problemas de aplicación y la falta de cooperación para la gestión compartida;
- carácter simbólico de la participación de las comunidades locales.
La aplicación actual se extiende por varios países del sur de África, como Zimbabue, Namibia, Mozambique, Zambia, Tanzania y Botsuana, lo que pone de relieve los retos en la integridad conceptual y la aplicación de los principios subyacentes de la GRNBC.
El CBNRM en Mavodze
La Aldea Comunal de Mavodze, establecida en 1975 el año de la independencia de Mozambique, está situada en el puesto administrativo de Mavodze, en el distrito de Massingir, provincia de Gaza.
Localización da Vila de Massingir y de la Aldea Mavodze. Fuente: Google Earth (2023).
El modelo CBNRM se implantó en el pueblo en 2002, cuando sus tierras se incorporaron al Parque Transfronterizo del Gran Limpopo (PTGL). Esto prohibió estrictamente actividades como la caza, la tala, la agricultura, la minería, la ganadería y las modificaciones del terreno, de acuerdo con la legislación aplicable a los parques naturales. Este cambio perturbó las actividades tradicionales, obligando a las comunidades a ajustarse a la lógica de la CBNRM, lo que se tradujo en la restricción de sus prácticas consuetudinarias.
El proceso de implementación del PTGL pasó por una serie de negociaciones entre los miembros de la administración del parque y la comunidad local. El resultado de estas negociaciones puede verse en el Cuadro 1.
El acuerdo de Gestión Comunitaria de los Recursos Naturales (CBNRM) de la aldea estipula que las comunidades dejan de cultivar para dedicarse al turismo. En este contexto, la comunidad se dedica a la conservación y el uso sostenible de los recursos del parque. Estas prácticas se traducen en una importante preservación de la fauna local, lo que atrae a más turistas y, por tanto, genera beneficios financieros, sociales y económicos para los residentes.
En cuanto al aspecto financiero del turismo, se estipuló que el 80% de los beneficios económicos generados por los parques y reservas deberían ir al parque y el 20% al presupuesto del Estado. De esta cantidad (80%) asignada al parque, el 20% se destina a las comunidades locales, mientras que el 60% restante cubre los gastos de funcionamiento y las remuneraciones. La asignación a la comunidad se entrega en una ceremonia pública presidida por el administrador del parque, el gobernador provincial, representantes de los comités de turismo, la sociedad civil y la comunidad local. En 2006 tuvo lugar la primera transferencia financiera a los aldeanos, administrada por el Comité de Turismo del 20% (CG20%), formado por representantes de las comunidades abarcadas.
El líder de la comunidad, Muchila Valoi, afirma que la cantidad anual pasada por el parque es insuficiente para cubrir las necesidades de la comunidad, especialmente para reparar los daños causados por los animales salvajes a los cultivos. En 2018, la comunidad recibió 300.000,00 MT (aproximadamente 5 mil dólares) por el ejercicio de 2017. Es importante señalar que, según la Orden Ministerial D93/2005 de 4 de mayo, la cantidad debe pagarse trimestralmente, no anualmente.
Reunião da Aldeia Comunal Mavodze. Imagen de Telma Mabureza (2020).
Y el turismo, ¿otro conflicto medioambiental?
La relación de la comunidad con el turismo en el Parque Transfronterizo del Gran Limpopo es distante, limitada a la distribución de dividendos. No hay una interacción continua entre la comunidad local y los turistas. De la literatura científica se desprenden dos perspectivas sobre el turismo en Limpopo. La primera, de Krippendorf (2010), subraya que los turistas, en su mayoría adinerados, evitan el contacto estrecho con las comunidades locales.
El líder de la comunidad acusa al parque de no facilitar los intercambios entre los turistas y la comunidad, mientras que el parque afirma que la comunidad carece de cualificaciones. El director de turismo, Ludovico Salinha, manifiesta su interés por implicar a la comunidad en las prácticas turísticas, pero lo condiciona a la expropiación de tierras. El turismo es la única fuente de empleo, pero la comunidad no lo aprovecha plenamente. Los miembros de la comunidad aceptan el turismo, pero critican la puesta en marcha del parque. Para Ludovico, entrevistado en enero de 2020, “las comunidades del parque aún no están preparadas para el contacto directo con los turistas, pues no tienen las condiciones. Por eso, el vínculo lo hacen empresas debidamente seleccionadas para atender a este público”. El responsable intenta atraer a más turistas para aumentar los ingresos, pero la comunidad se da cuenta de que esto podría provocar más conflictos entre animales y residentes, lo que pone de manifiesto la complejidad de la relación entre turismo, conservación y comunidades.
Los jóvenes de Mavodze expresaron su firme oposición al turismo el 20 de diciembre de 2019, cuando más de 60 de ellos se amotinaron en el cruce de acceso al Parque. Utilizando cabezas de vaca colgantes y barricadas de troncos, bloquearon la entrada de turistas y restringieron el tráfico del personal de PTGL entre la puerta principal de Massingir y Giriyondo, en la frontera con Sudáfrica (South African National Parks, 2018; 2019). Se han producido otras contramanifestaciones, como colocar cadáveres de ganado en la carretera tras las pérdidas, exponiéndolos desagradablemente a los visitantes. Estos sucesos ponen de manifiesto el profundo descontento y desacuerdo de la comunidad, especialmente de los jóvenes, con las actividades turísticas de la región.
El dinero del turismo no cubre las necesidades básicas, lo que lleva a los residentes a buscar alternativas al hambre. Muchos jóvenes ven en la caza furtiva una oportunidad de enriquecerse rápidamente, según relata Muchila Valoi, el líder de la aldea. Destaca que estos cazadores furtivos proceden de familias pobres, carentes de oportunidades, y son reclutados por desconocidos para esta práctica ilegal. A pesar de aconsejar a los jóvenes que no lo hicieran, el líder no pudo disuadirlos, reconociendo la complejidad de involucrarse en este negocio. "Lloramos mucho por la caza furtiva, hemos perdido a nuestros hijos. No hay trabajo, no llueve, se habla de cazar por dinero", relataba el mismo líder comunitario.
Según la GLTFCA (2016), entre 2008 y 2013, las autoridades sudafricanas registraron 279 muertes de mozambiqueños que vivían en el Parque Transfronterizo del Gran Limpopo y en aldeas cercanas, vinculadas a la caza furtiva. Durante este periodo, se detuvo a más de 300 mozambiqueños. Un reportaje emitido por la TV Moçambiacana (2017), asegura que en la provincia de Gaza, entre 2015 y 2019, más de 118 personas perdieron la vida y 500 cumplen condena en Mozambique y Sudáfrica por su implicación en la caza furtiva, según datos adicionales de la GLTFCA.
A pesar de las alarmantes estadísticas, el comercio ilegal de caza persiste en Mozambique, impulsado por la falta de oportunidades y las insignificantes recompensas financieras del sector turístico (20%). Las restricciones en el uso de los recursos naturales y el aumento de la población de animales salvajes contribuyen al hambre en las zonas rurales, donde muchos dependen de la agricultura. Con el aumento de las prohibiciones de caza y las restricciones a la pesca, la comunidad se enfrenta a los impactos negativos del Parque Transfronterizo del Gran Limpopo, y expresa su preocupación por sus condiciones de vida a merced de los animales salvajes.
Fuente: Wittmann, bajo licencia creative commons.
El Parque Transfronterizo del Gran Limpopo ha nombrado a ocho guardas para que se ocupen del conflicto entre humanos y animales, cubriendo más de 400 zonas agrícolas y la seguridad de las aldeas. Sin embargo, el líder de la comunidad señala que sólo dos guardas vigilan realmente las zonas agrícolas y la comunidad, y que su presencia se limita a dos horas. En ausencia de estos inspectores, cuando los animales se acercan, los residentes son vulnerables a los conflictos con la fauna salvaje, lo que pone de manifiesto la ineficacia de la gestión del parque para mitigar estos problemas.
Ante las constantes quejas de la comunidad a las autoridades del parque, los inspectores volvieron, pero sólo dos o tres días después. "Yo no culpo a los inspectores, culpo a los gestores", dijo el líder, quien también afirmó que "ya hemos pedido al gobierno que nos dé cuatro armas para poder controlar nosotros mismos a los animales en cuanto aparezcan, porque nos estamos dando cuenta de que los hombres proporcionados por el parque son pocos.
Según Zaída Muchave, entrevistada en enero de 2020, una de las residentes de la aldea, "hay muchos daños en mi campo, no he podido cosechar nada este año, los búfalos y los elefantes invadieron mi campo y se comieron el maíz y los cacahuetes que había sembrado". Como señalan Joppa, Loaire y Pimm (2009), en las zonas protegidas con presencia de fauna salvaje se producen habitualmente incidentes trágicos, como invasiones de elefantes, hipopótamos y otros animales, que provocan pérdidas devastadoras para los agricultores debido a la interferencia de los animales. Como consecuencia, los residentes tienden a buscar oportunidades económicas en otros lugares, pasando a formar parte de la migración mundial del campo a la ciudad.
Preguntas para reflexionar
El modelo de Gestión Comunitaria de los Recursos Naturales (GCRN) en la aldea de Mavodze funciona como una forma de intercambio, en la que los residentes reducen su dependencia de los recursos del parque, contribuyendo a la conservación de los ecosistemas para el disfrute de los turistas. A cambio, el parque devuelve a la población local parte del valor dejado por los turistas. Sin embargo, este modelo ha cercenado las formas tradicionales de subsistencia de los residentes, lo que ha provocado el desempleo juvenil y los ha colocado en una situación vulnerable, propensa a la caza furtiva.
Además, las mujeres en particular se enfrentan al hambre, ya que muchas no pueden permanecer en las zonas agrícolas para ahuyentar a los animales, lo que aumenta la inseguridad alimentaria en la comunidad. El contacto frecuente con animales salvajes también genera inseguridad y miedo entre los residentes, ejemplificado por el incidente de 2023 en el que una mujer fue asesinada por un elefante. Esta situación aleja a los residentes de las causas conservacionistas, haciéndolos más distantes y críticos con los objetivos de conservación y preservación del parque.
El modelo implementado en la localidad, a través de la Gestión Comunitaria de los Recursos Naturales (GCRN), no ha capacitado ni empoderado efectivamente a los residentes, lo que resulta en la ausencia de beneficios significativos del turismo, según lo acordado entre el parque y las comunidades. El valor que dejan los turistas en el parque ha resultado insuficiente para reemplazar las actividades que se habían interrumpido y que eran fundamentales para el sustento de los residentes antes de la institucionalización del parque.
Además, la comunidad local no ha tenido oportunidades significativas de participar activamente en la planificación y gestión de la naturaleza y el turismo, y las oportunidades de participación efectiva siguen siendo más una promesa teórica que una realidad concreta.
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