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08-10-2024

Bombas sobre Barcelona: el Refugio 307 del Poble Sec

Raül Valls | Alba Sud

El Refugio 307 en el barrio del Poble Sec se ha convertido en un espacio patrimonial que el Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) utiliza como lugar histórico para explicar cómo la brutalidad de la guerra llegó inesperadamente a los hogares de los y las barcelonesas con los bombardeos  de 1937 a 1939.


Crédito Fotografía: Androna Cultura.

Después del estallido de la guerra de España en julio de 1936, el 13 de febrero de 1937 Barcelona sufrió su primer bombardeo. Fue desde el mar por parte de un crucero de la Armada Italiana: el Eugenio di Saboya. Disparó 24 obuses que provocaron 18 muertos y 18 heridos. La ciudad quedo conmocionada y el entierro de las víctimas devino en una gran manifestación de luto y rechazo popular contra una acción que se consideró un crimen de guerra y un injustificado acto de barbarie. Los y las barcelonesas buscaban explicaciones en algo que en aquellos momentos parecía inverosímil: el ataque intencionado contra población civil en una ciudad indefensa de la retaguardia.

Como aquel hecho no era comprensible para muchas personas, corrió el rumor que el bombardeo quería destruir la Casa Elizalde, una conocida fábrica de motores de aviones. La realidad es que solo era el principio de la pesadilla que viviría la ciudad durante los dos años siguientes de guerra. Hasta el 25 de enero de 1939, el día antes de su caída y ocupación por las tropas franquistas, Barcelona sufrió 385 ataques aéreos y marítimos que provocaron 2.750 muertos y unos siete mil heridos, así como la destrucción total o parcial de mil ochocientos edificios. Los aviones italianos volaban desde la isla de Mallorca que con el golpe militar había quedado en manos de los sublevados. Teniendo como base la isla se atacaron muchas ciudades de la retaguardia republicana: Cataluña, el País Valenciano  Murcia y Andalucía oriental.

La Guerra de España, antesala de la guerra mundial que ya se divisaba, se convirtió en un campo de experimentación para nuevas armas y estrategias militares, entre ellas el ataque indiscriminado contra población civil indefensa con el objetivo de aterrarla y desmoralizarla. También sufriría la intervención directa de la Italia fascista y la Alemania nazi, que aportaron una gran cantidad de armas y decenas de miles de soldados de sus ejercidos regulares en apoyo a los sublevados. El gobierno de la República intentó, con poca fortuna, llamar la atención internacional sobre la terrible situación. La propaganda republicana se hacía eco de aquellos actos de barbarie e incluso se produjeron documentales dirigidos al público internacional como “Cataluña mártir”, con el objetivo de atraer el apoyo de la opinión pública mundial y la ayuda militar de las democracias en el esfuerzo de guerra.

Fuente: bombardeo sobre Barcelona, 1938.

En la memoria popular quedó el horror de los bombardeos de enero de 1938 y sobre todo los del 16 al 18 de marzo, donde durante 41 horas seguidas la ciudad se vio sometida a ataques aéreos continuados. En total, murieron cerca de un millar de personas. Una sola bomba mató dos centenares al caer sobre de un camión de dinamita cerca del cine Coliseum en la Gran Vía. Los ataques fueron ordenados por Mussolini, el dictador fascista italiano, con el visto bueno del alto mando del Ejército franquista. Ante esta situación, la Generalitat de Cataluña creó el junio de 1937 la "Junta de Defensa Pasiva de Cataluña", coordinada por el ingeniero Ramón Parera y formada por multitud de juntas locales, que tenía entre sus objetivos la construcción de todos los refugios subterráneos que fueran posibles para proteger a población de los ataques de la aviación. Así, se inició un enorme movimiento ciudadano que solo en Barcelona construyó más de mil trescientos refugios antiaéreos en calles, edificios, fábricas, etc. Esta tarea gigantesca no habría sido posible sin la participación de todo el entramado social de la ciudad, organizaciones obreras, asociaciones de vecinos y especialmente las comisiones de fiestas de los barrios que movilizaron miles de voluntarios para llevar a cabo con urgencia las obras de construcción. Esta red de refugios, junto con las veinte estaciones de metro de las dos líneas de las cuales disponía Barcelona el 1936 y toda la organización para alertar a los y las ciudadanas de la llegada de los aviones, configuraron un entramado defensivo que salvó miles de vidas.

Un trauma en la memoria colectiva de la ciudad

Los bombardeos quedaron como un recuerdo traumático en la memoria popular de la ciudad. Una memoria viva, a pesar de que secreta, puesto que el régimen franquista silenció y falseo los hechos, atribuyendo las destrucciones a lo que ellos denominaban la "barbarie roja". Las mentiras llegaron a un nivel tal que las marcas de metralla que todavía hoy son visibles en la iglesia de San Felip Neri, provocadas por el bombardeo del 30 de enero de 1938 y donde murieron 42 personas, veinte de ellas niños y niñas, fueron atribuidas a fusilamientos de curas.

De este modo, los refugios antiaéreos restaron durante décadas ocultos y destruidos por las transformaciones urbanas, en una ciudad castigada por su historia revolucionaria, sometida a una brutal dictadura que la obligaba a aceptar el relato de los vencedores y a enterrar su pasado. Tampoco con la recuperación de la democracia a partir de 1977 el recuerdo de los bombardeos tuvo mucha presencia en el espacio público. La voluntad manifiesta de los que pilotaron la transición de "pasar página" y de “no agitar los fantasmas del pasado" volvieron a imponer un nuevo olvido y silencio, ahora en nombre de una supuesta concordia y la proclamada necesidad de “mirar al futuro” y olvidar aquellos tiempos. Tuvieron que pasar treinta años más, hasta muy entrada la primera década del presente siglo y llevados por los nuevos aires que impulsaba el “giro memorial” que se inició durante los años noventa, para que la recuperación arqueológica de los refugios antiaéreos que habían sobrevivido a las transformaciones de la ciudad fuera una realidad.

Fuente: marcas de metralla de los bombardeo en la Plaza Sant Felip Neri. Autor: Yeagov_Cat bajo licencia creative commons en Flickr.

Los refugios antiaéreos visitables en la Barcelona actual

El refugio 307 en el Poble Sec, se encuentra en un barrio especialmente castigado por las bombas. Es uno de los más grandes de la ciudad con una capacidad de 2000 personas. Consiste en 400 metros de túnel excavados en la montaña de Montjuïc y contaba con una fuente, cisterna de agua, lavabos, guardería, cocina y farmacia para atender heridos. Fue recuperado gracias a la movilización vecinal y las visitas las gestiona el Museo de Historia de Barcelona.

El refugio 232 de la plaza del Diamanten Gràcia fue redescubierto el 1992 y abierto al público el 2006. A 12 metros bajo tierra y con 250 metros de túnel y una capacidad por 200 personas, todavía se pueden ver los sanitarios y la farmacia. Las visitas, los domingos, las organiza el Taller d’Història de Gràcia-Centre d’Estudis.

El refugio de la Plaza Revolució en Gràcia, es más pequeño y se encuentra en peores condiciones para la visita. A 11 metros de profundidad el espacio visitable es una galería y dos salas de enfermería. Descubierto durante unas obras de remodelación de la plaza, se puede acceder desde un parking adyacente. Las visitas las organiza esporádicamente el distrito de Gràcia.

El refugio del Palau de les Heures en el distrito Horta- Guinardó, muy bien conservado y de fácil acceso, tiene un valor histórico especial, puesto que era utilizado por el presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, que residía en este edificio durante la guerra. La visita al espacio está condicionada por la aceptación por parte de la Universitat de Barcelona y la Diputación de Barcelona (titular del palacio).

La ciudad cuenta con otros muchos refugios localizados, pero que por varias razones, como el estado de conservación o la ubicación en lugares privados no son visitables.

El Refugio 307 del Poble Sec

El 307 es el refugio que mejor se ha recuperado dentro del patrimonio histórico de la ciudad y que se está utilizando de forma más sistemática para explicar el que supusieron para la ciudadanía aquellos 24 meses de terror y destrucción desde el aire. Fue Valerie Powles, una vecina del barrio, quien redescubrió el refugio y propuso su recuperación. Entonces, y cerrando un círculo virtuoso que empezó el 1937 con su construcción por los propios vecinos y vecinas del barrio amenazados por las bombas, fue la voluntad y perseverancia de la Asociación de Vecinos y Vecinas del Poble Sec que hizo posible convertirlo en un espacio visitable. Entre 2005 y 2006 se iniciaron las obras de adecuación.

El espacio lo gestiona el Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) y de la organización de las visitas se hace cargo Androna Cultura, empresa dedicada a la divulgación histórica y cultural y colaboradora con el MUHBA en muchos otros proyectos educativos.

Fuente: Androna Cultura.

Según nos explica Pere Duran, historiador, miembro del servicio educativo del MUHBA y director de proyectos de Androna Cultura “nuestros visitantes son mayoritariamente grupos de escolares, unos 11 mil al año, que vienen en días laborables y horario lectivo, y las visitas de adultos, de 3 a 4 mil en el año, que llegan en general a través de la programación que ofrece el MUHBA y suelen ser de forma regular los domingos o demandados como visita privada”. Las explicaciones que acompañan la visita en el espacio físico no se limitan a hablar de los bombardeos y del miedo y la desazón de los que se tenían que esconder una vez el sistema de alarma de la Defensa Pasiva hacía sonar las sirenas que avisaban de la llegada de aviones enemigos, si no que también, como explica el mismo Pere Duran, “las visitas al refugio sirven para introducir en general la guerra civil y el contexto histórico que llevaron hasta las situaciones que narramos. Con esta ruta también queremos romper con las explicaciones atávicas que aíslan el conflicto bélico de las cuestiones sociales y políticas que la precedieron y que muchas veces lo explican cómo una caïnita «guerra entre hermanos». Queremos que se entiendan los bombardeos como una consecuencia de un proceso histórico y un contexto internacional, y no quedarnos en el simple hecho dramático”.

Un aspecto muy importante que se destaca en las visitas, y que historiadores como Xavier Domènech han puesto de relieve, es la importancia de la implicación asociativa y popular en la construcción de los refugios, desde la obra de construcción como también el mobiliario y todos los elementos que servían para hacer más cómoda y segura la estancia “Un ejemplo en el mismo Poble Sec, donde la CNT era muy fuerte, es la participación de su Sindicato de la Madera, construyendo los bancos donde se sentaban las personas que se guarecían en los refugios”, resalta Duran. Androna Cultura organiza otras rutas, como “Vedettes y milicianas” donde se habla de la Avenida del Paralelo en el Poble Sec durante la guerra de España y su papel en la vida cultural y el ocio nocturno vinculado a las clases populares. Y también impulsan otros proyectos educativos, vinculados con el refugio 307 y los bombardeos, como “Escuelas residentes. Bombardeos Barcelona.” Cómo nos detalla Pere Duran “en este proyecto, que se lleva a cabo también en colaboración con el MUHBA, invitamos a una escuela a pasar dos días enteros en el museo con una dinámica programada. La escuela viene al Museo y situamos a los alumnos en el tema a tratar a partir de fotos, documentos y la visita al patrimonio que se quiere estudiar. El objetivo es también enseñarlos a investigar a partir de los documentos y de los archivos. Durante su estancia tienen que hacer de historiadores aprendiendo las bases de la investigación historiográfica”.

Para estas actividades, el equipo de Androna Cultura utiliza todas las innovaciones de comunicación y tecnológicas que puedan ser más atractivas para los jóvenes, como por ejemplo los videos de youtubers. También se trabaja a partir de proyectos originales como el método que combina una foto de la época estudiada y una foto actual que se coloca justo en el mismo lugar denominado “la Arqueología del punto de vista” e introducido en nuestro país por el fotógrafo e investigador Ricard Martínez.

Fuente: Androna Cultura.

Sobre cómo se hace la difusión de estas visitas guiadas para el público en general Pere Duran remarca que “los canales de comunicación por donde nos llegan las visitas suelen ser preferentemente los ligados a la programación del MUHBA. Tienen una hora de duración y se hacen en catalán, castellano e inglés. Los grupos tienen que ser reducidos a causa de la capacidad y para garantizar la conservación de los espacios patrimoniales. 15 personas por grupo y guía educador”.

Gracias a la web y la comunicación del MUHBA el público general viene de forma planificada previamente y el calendario de visitas esta completo ya con meses de antelación. El visitante suele tener un interés previo por la actividad, sea por recuerdos e historia familiar o porque conoce los hechos.

Aparte de los escolares y el público generalista también se colabora con “Apropa”, una entidad que canaliza la participación en actividades culturales a personas y colectivos en riesgo de exclusión.

Según los datos de las visitas generalistas del domingo un 38% son en catalán, un 34% en castellano y un 28% en inglés. Esto nos indica que, a pesar de que mayoritariamente es público local y de proximidad, también hay una parte relevante de turismo extranjero, que a pesar que, como apunta Pere Duran, “no lo buscamos expresamente, viene de vacaciones a la ciudad y le llega la información de la existencia de las visitas guiadas a través de anuncios en plataformas como Barcelona Turismo u otros más globales como TripAvisor”.

Un patrimonio donde pasado y presente se tocan

Los bombardeos de Barcelona, que a medida que el frente se acercaba a Cataluña se extendieron a otras muchas localidades del país, son sin duda uno de los hechos más traumáticos que han quedado grabados en la memoria colectiva de la población que vivió la Guerra de España. Las rutas y las visitas relacionadas con estos hechos permiten acercar a la ciudadanía actual a un pasado vinculado con la guerra de 1936 a 1939 a partir de historias personales que muchos y muchas vecinas de Barcelona vivieron y sufrieron en primera persona desde sus mismas casas, calles y barrios.

La visita a espacios como el Refugio 307 tienen un gran potencial para fortalecer el conocimiento histórico, fomentar los valores éticos y emocionales. Sirve para explicar y hacer comprensible un pasado reciente y traumático. También permiten conectar con la población llegada de otros países, en algunos casos directamente de zonas en conflicto o con sus propios recuerdos familiares vinculados a guerras pasadas. Es desde esta vivencia del lugar donde la visita nos conecta directamente a espacios por los cuales caminamos de forma cotidiana, convirtiéndolos a la vez en una potente propuesta educativa. Un tiempo de ocio cultural, de conocimiento y de memoria histórica que contribuyen a formar una ciudadanía más consciente del pasado reciente del lugar donde vive. Cómo dijo, en una entrevista en TV3, el historiador Xavier Domènech, en referencia a los refugios recuperados, y que junto con Laura Zenobi, comisionaron el 2007 la exposición "Cuando llovian bombas. Los bombardeos y la ciudad de Barcelona durante la Guerra Civil": "una cosa es conocer la historia y la otra es poder casi tocarla, pisarla, como pasa aquí debajo. Los refugios expresan una conexión entre pasado y presente. Es uno de los principales patrimonios, no solo arquitectónicos e históricos, sino de valores, los que permitieron resistir y luchar".

 

Este artículo se publica en el marco del proyecto “Turisme i memòries a la ciutat de Barcelona”, ejecutado por Alba Sud con el apoyo de Barcelona Activa – Impulsem el que fas (convocatoria 2023).