12-06-2011
"Islas del tesoro": Silencio, aquí se roba
Joan Buades | Alba SudEl libro del periodista británico Nicholas Shaxson, Treasure Islands, da pie a una reflexión sobre los paraísos fiscales y los hombres que roban al mundo, así como la necesidad que los movimientos emancipatorios asuman este asunto en las prioridades de su agenda política y social global.
Olvide todos los prejuicios de manual contra el capitalismo. Dejen de consultar, por favor, los cuentacuentos para almas ávidas de lucro inmediato de la prensa económica más cotizada. Luchad contra el instinto de mirar justo con gafas nacionales quien está ganando con la crisis financiera desde octubre de 2008. Echad al contenedor de plásticos no reciclables las pomadas de las izquierdas espectrales de este principio de milenio. Disponeros a aprender cómo funciona el Sistema real. Por favor, poned el zoom en el descubrimiento del arma quizás más letal y desconocida del sistema que lleva ahora mismo al hambre a uno de cada siete humanos y a la ruina a millones de personas en la Europa rica: los paraísos fiscales.
Os recomiendo como guía “Treasure Islands”, un libro deslumbrante publicado hace pocos meses por el periodista británico Nicholas Shaxson. Como dice el subtítulo, se habla de los "paraísos fiscales y los hombres que roban al mundo". Algunas realidades para empezar: más de la mitad del comercio mundial se vehicula a través de estas islas del tesoro, un tercio de la inversión directa extranjera y más del 50% de los valores bancarios de las corporaciones transnacionales transitan por estas plazas financieras ajenas a todo control democrático. Según el ejemplar Tax Justice Network,el 99% de las 100 transnacionales europeas tienen filiales en paraísos fiscales. En cada estado, la que más se aprovecha es siempre un gran banco. Para el Fondo Monetario Internacional, en 2010 los balances financieros de estos agujeros negros de la especulación financiera acaparaban 18 billones de dólares, el equivalente a un tercio del PIB mundial.
Es fascinante descubrir, por ejemplo, que las diminutas islas Vírgenes Británicas, con apenas 25.000 habitantes, son capaces de acoger la sede de 800.000 empresas refugiadas allí para rehuir los deberes fiscales en su propia casa. En las ultraperiféricas Caimán topamos con el quinto centro financiero mundial donde tienen su dirección principal tres cuartas partes de los hedges funds globales (una de las herramientas de especulación financiera centrales en la responsabilidad de la actual crisis global) y suman cuatro veces más depósitos bancarios que los bancos de Nueva York. Pero resulta aún más impresionante la revelación de que hay un evidente vínculo entre la red global de paraísos fiscales y el colonialismo moderno. Así, la City de Londres (el top one de las islas del tesoro, convertida en paraíso fiscal hace más de medio siglo) y sus satélites (desde Guernsey y Jersey hasta Hong Kong) han acaparado más de la mitad de los depósitos bancarios mundiales. El otro filón se encuentra en Wall Street, una república independiente de EEUU a efectos fiscales desde la revolución ultraliberal de Reagan en los años 80. Como dice Shaxson, llama la atención que los traficantes de drogas, los terroristas y otros criminales usen la misma red de paraísos fiscales que las corporaciones transnacionales y que ello no comporte ninguna investigación ni regulación pública internacional seria.
El amor loco de las transnacionales para estas nuevas islas del tesoro tiene que ver con su excelencia en los juegos de números: "Allí no hay normas sobre cómo deben llevar la contabilidad. Podríamos decir que los paraísos fiscales son la cocina donde se amasa la contabilidad de las corporaciones". El sistema funciona sobre la base del secretismo entre las élites económicas, políticas y mediáticas del Planeta. Ya decía Pierre Bourdieu que "los efectos ideológicos más exitosos son aquellos que no necesitan ser dichos con palabras y que reclaman apenas un silencio cómplice". Los que saben, callan y hacen felices la Superclase global que maneja el mundo. En palabras de una famosa multimillonaria estadounidense: "los impuestos son para la gente corriente".
En plena ofensiva neoliberal por endosar los costes de los delitos y negligencias de la banca privada en las haciendas públicas en estados del Norte como Grecia, Portugal, Irlanda o España, se nos bombardea con "urgencias" como los recortes en salarios, prestaciones sociales, servicios públicos o derechos laborales. El libro de Shaxson enseña que tenemos que cambiar la perspectiva para protegernos como comunidad internacional de este saqueo al Estado del Bienestar y que la prioridad debe ser la transparencia de los flujos financieros globales y la eliminación de estas zonas prohibidas y opacas del turbocapitalismo.
Hay, sin embargo, un segundo argumento demoledor de por qué tenemos que empezar a fijarnos en la penalización de la criminalidad financiera internacional. En realidad, la primera víctima de la existencia de los paraísos fiscales son los estados del Sur, especialmente los más empobrecidos a pesar de disponer de cuantiosas materias primas y minerales que son exportados masivamente a las metrópolis del Norte como Nigeria, Angola o el Congo. Sólo en 2006, la migración ilegal de capitales de las élites y las transnacionales que operan robaron un billón de dólares a los estados del Sur. ¡Traducido, representa que por cada dólar recibido en ayuda al desarrollo la parte más empobrecida de la humanidad ha ingresado 10 en paraísos fiscales! En palabras de Raymond Baker, director del Global Financial Integrity (GFI) de Washington, la emergencia del sistema de paraísos fiscales constituye "el capítulo más bruto de la economía internacional desde la esclavitud".
La lectura de "Treasure Islands" (¿para cuándo una versión en catalán y en español, por cierto?) se nos revela como un alegato extraordinariamente incisivo y documentado a favor de introducir una nueva prioridad en la agenda política y social global, capaz de canalizar la indignación creciente de tanta gente ante el incremento del foso entre ricos y pobres dentro del privilegiado Norte pero también por la explotación y el saqueo colonial del Sur Global para las corporaciones transnacionales. Si no eliminamos los paraísos fiscales, la mayoría será más pobre en el Norte y el Sur seguirá siendo esclavizado en beneficio de unos pocos. Hay que acabar con la impunidad de la "cocina" de la criminalidad financiera internacional. Son ellos o nosotros. O como resume Shaxson: "Podemos porque tenemos el deber de hacerlo".
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