11-06-2013
Hacia la igualdad de género en el desarrollo del turismo
Daniela Moreno Alarcón | Alba SudEl enfoque de género en el turismo no puede limitarse a un puñado de herramientas utilizadas según convenga, implica una mayor sensibilización e institucionalización de esta perspectiva como una estrategia de desarrollo en el conjunto del sector.
Crédito Fotografía: Daniela Moreno Alarcón
El turismo es una actividad que va más allá del disfrute del ocio. Ha generado un paradigma para entender el mundo y las distancias, las vías de comunicación, las fuentes de financiación, las políticas públicas y los procesos migratorios. De este modo ha forjado el afán por parte de muchos países para posicionarse en el mercado global... cueste lo que cueste. En este contexto, se han llevado a cabo numerosos esfuerzos para situarlo como una herramienta clave para reducir la pobreza y para fortalecer la solidaridad y el encuentro entre los pueblos desde la paz, la ética y los derechos humanos [1].
Ahora bien, la globalización del turismo ha provocado un sinnúmero de situaciones negativas que van en detrimento de la calidad de vida no sólo de las personas, sino también de los países. Por ejemplo, en América Latina y en el nombre del turismo [2], se ha privatizado el uso del suelo (rural y urbano), generando así una dificultad para controlar la gestión de los recursos naturales y culturales. Por otra parte, en ocasiones las ideologías que van de la mano con las fuentes de financiación han impactado de forma negativa en la distribución de los beneficios del turismo, sobre todo, en el ámbito comunitario.
Una mirada al turismo desde el enfoque de género: nuevas perspectivas para el análisis crítico
De lo anterior proviene la necesidad de planificar y gestionar el turismo desde otras perspectivas. Aquellas que permitan reorientar las pautas de actuación que se ejecutan en los países enriquecidos y empobrecidos. Una de las formas de hacerlo es a través del enfoque de género en todo su quehacer y en todas las organizaciones involucradas en el mismo.
La igualdad de género implica asumir que mujeres y hombres son diferentes, pero que estas diferencias no pueden generar desigualdades y violencias. Por otra parte, constata que las mujeres y las niñas son las más discriminadas, sólo porque son mujeres [3]. Afortunadamente, y sobre todo gracias al tercer sector y la academia, las esferas políticas y económicas han adoptado mecanismos para disminuir este tipo de lacras. ¿Por qué el turismo no va a tomar cartas en el asunto?
Analizar el turismo con enfoque de género constituye una nueva forma de hacer y de pensar. Comprender el turismo desde el enfoque de género implica analizar cómo las mujeres y los hombres contribuyen, experimentan y se ven afectados o beneficiados, de forma individual y colectiva por el desarrollo del turismo [4]. Incluso en los modelos de desarrollo turístico más asociados con las comunidades, la sostenibilidad y la ética. Como consecuencia las “decisiones turísticas” no son neutras en términos de género.
Las desigualdades y violencias en el turismo se manifiestan de muchas maneras y en diversos contextos. La explotación sexual de mujeres y niñas en el turismo en numerosas ocasiones está vinculada con la trata de personas. En Tailandia, Camboya, Vietnam y Laos el turismo se beneficia del “turismo sexual”. Esta región es un gran burdel inmerso en la magia y la acogida que provee la industria del turismo. Lo mismo ocurre en Gambia, es más la propia Ministra de Educación, en una reunión oficial, lo manifestó “desde que llegó el turismo, mi país se ha convertido en un burdel”. La enorme cantidad de mujeres que se “benefician del turismo” a través del trabajo informal (OMT –ONU Mujeres, 2010), las cuales no están protegidas por ley alguna e incluso muchas de ellas ni siquiera cobran por su trabajo. El marketing sexista, tan potenciado en ferias tan prestigiosas como FITUR, que a través de lo exótico promueve valores opuestos a la igualdad y a las realidades e historias de los destinos turísticos. Así, poco a poco, las políticas turísticas quedan vacías en términos de género.
Incidencia política: la clave para trabajar el turismo con enfoque de género
Articular acciones turísticas desde el enfoque de género conlleva apostar por modelos de desarrollo turístico que vayan más allá de “parámetros turísticos mercantiles”. Justamente porque dichos parámetros son los que causan las desigualdades y las violencias.
La propuesta va enmarcada en trabajar en el marco del turismo responsable entendido como un movimiento social (Gascón y Cañada, 2005) [5]. De ahí que la incidencia política sea eje clave para propiciar encuentros y propuestas que fomenten un análisis crítico de las causas y consecuencias de las desigualdades y violencias en el turismo, así como para mejorar el "saber cómo" de las iniciativas que han trabajado en ambos ámbitos. ¡Hasta las mejores intenciones pueden ir al infierno! Ahora bien, es importante entender que para lograr lo anterior es clave incidir políticamente con enfoque de género, tal como lo concluyó el proyecto América Latina Genera: “[...] hacer incidencia política para la equidad de género supone “poner en el foco de nuestra propuesta el desarrollo de cambios que erradiquen las desigualdades de género.” Obviamente esto implica incorporar una mirada distinta a las problemáticas sociales y a las políticas públicas para visibilizar que las desigualdades en general tienen una lectura de género” [6]. Desde mi perspectiva, la incidencia política también debería considerar la ética que se ha implantado en la planificación y gestión del turismo.
Trabajar desde la ética en pos de la igualdad de género
La ética en el turismo debería plantearse muy alejada de las convenciones de orden conservadora, patriarcal y androcéntrica, es decir, muy distante de la moral que afecta principalmente a las mujeres. De forma frecuente se planifica y gestiona el turismo desde la moral, incluso en algunas acciones sostenidas en el enfoque de género y la ética.
Como consecuencia, suelen valorarse las capacidades de las mujeres desde la moral y a partir de ahí se determinan las puertas de entrada para que ellas se beneficien del turismo.
Por ejemplo, si se trabaja para que las mujeres se empoderen a través del turismo, lo suyo sería contemplar una ética que desmonte la moral y desarrolle su (nuestra) capacidad de autonomía, autoestima y autoridad. Requiere pensar desde la diversidad para abatir el valor simbólico que las encasilla en roles y estereotipos, y también para mejorar los procesos de participación. Por tanto, es importante pulir el análisis para transformar y mejorar la planificación y gestión del turismo. Por ello, es oportuno remitirse a algunas evaluaciones de iniciativas turísticas que contemplaron el enfoque de género.
Tres casos comunes a mejorar son, entre otros, los siguientes:
- Ser empresaria turística no implica empoderamiento. Algunas acciones turísticas aseguran el empoderamiento sólo a través de la creación de la figura de empresaria. He conocido a empresarias turísticas que saben al revés y al derecho todas las herramientas empresariales, pero no están empoderadas. Es decir su autonomía, autoestima, liderazgo y autoridad no están potenciados. Por tanto, todavía guardan sus capacidades para negociar y tomar decisiones en la esfera doméstica y externa.
- El enfoque de género contemplado desde el inicio. Esto no sólo mejora los criterios a tener en cuenta a la hora de contratar a los/las profesionales, sino que también lo hace en las actividades/tiempo/presupuesto a llevar a cabo a lo largo del proceso. No es necesario que todas y todos manejen el enfoque de género, sino que lo importante es trabajar sin roles y estereotipos y sin mitos y complejos frente al tema.
- El turismo responsable no siempre aborda el enfoque de género. Desarrollar políticas y acciones que asuman que el turismo por el sólo hecho de ser responsable (o sostenible) ya incorpora los criterios y las soluciones propios del análisis del turismo con enfoque de género, es absolutamente un error.
Estos tres ejemplos advierten que la incidencia política es importante para nutrir la planificación y gestión del turismo. El enfoque de género no debe reducirse a un puñado de herramientas. Por lo general, el error no suele ser el mal uso de las herramientas, sino en la escasa sensibilización e institucionalización del enfoque de género como una estrategia de desarrollo para el turismo. Aún queda camino sin recorrer para mejorar el paradigma de desarrollo, sostenibilidad y responsabilidad en el sector turístico.
* Daniela Moreno Alarcón trabaja como consultora e investigadora en género y desarrollo, especialista en planificación y gestión de proyectos turísticos con enfoque de género. Es también colaboradora de Alba Sud.
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