19-06-2013
Se gesta el embrión de una red ciudadana por un nuevo modelo energético
Lourdes Berdié | PAFMEEl pasado 8 de junio se reunieron en Barcelona una veintena de colectivos y más de sesenta personas de diversos puntos de Catalunya para poner en marcha un espacio de confluencia en lucha por un nuevo modelo energético.
Alrededor de una veintena de colectivos y más de sesenta personas de todo el territorio catalán se encontraron el pasado sábado en una Jornada por un cambio de modelo hacia la soberanía energética con la intención de crear un espacio de confluencia y establecer sinergias que conduzcan hacia la formación de un frente político de transformación en el campo de la energía.
Las bases de la convocatoria
El modelo energético actual se encuentra estrechamente vinculado al crecimiento del PIB y es dependiente de los combustibles fósiles. La energía está mercantilizada y deja de lado aspectos de equidad o de justicia social. El control del mercado está en manos de los poderes fácticos. Desde el grupo de colectivos y personas reunido en el Centro Cívico Pati Llimona de Barcelona, se ve como necesaria y urgente la transición hacia un modelo más democrático, más sostenible, viable en el futuro, más descentralizado y basado en una cultura del decrecimiento energético y adaptado al contexto y al territorio donde se desarrolla.
En un clima de trabajo, de buena convivencia e ilusión ante el reto, unas sesenta personas pusieron en marcha el pasado sábado el proceso de construcción colectiva de lo que quiere ser un agente político de cambio social en el marco energético. Durante la jornada, se revisó el estado de la cuestión y se sentaron las bases para iniciar el camino.
El estado de la cuestión. El fin de los combustibles fósiles
La época de los combustibles fósiles baratos y de fácil acceso ha llegado a su fin. El pico del petróleo, alcanzado en el año 2006, «es un hecho público, pero no publicitado», denuncia Jordi Solé del Oil Crash Observatory. La escasez de petróleo que se deriva conduce irreversiblemente hacia el colapso si no se empiezan a implementar desde ya medidas decididas de cambio de paradigma socioeconómico. El transporte, el suministro eléctrico y la industria petroquímica se ven directamente afectados, pero, indirectamente, toda actividad es dependiente de la disponibilidad de energía para llevarla a cabo y, por lo tanto, el déficit energético repercute sobre el sector agrícola e industrial, el turismo, la pesca, la potabilización del agua, la medicina, etc. señala Jordi Solé. Y en un tercer nivel, la escasez de energía será responsable de contribuir como agente de primer orden en la desestabilización social y de los estados. Continuar en un modelo Bussiness as Usual (BAU, de las siglas en inglés: hacer negocios como siempre se han hecho) -donde prevalezca sólo el beneficio económico- nos precipitará hacia el colapso del sistema. Ante la perspectiva de un decrecimiento ineludible, es necesario un paso firme para que sea lo más planificado y lo menos traumático posible.
Acaparamiento energético y ecofascismo
La relación entre los lobbies energéticos y los actores políticos de cualquier color en España a través del sistema de puertas giratorias es un hecho conocido y nos indica el grado de democracia en que vivimos. Cinco grandes empresas controlan todo el sistema energético. He aquí la punta del iceberg. Pero, ¿qué se esconde bajo esta parte visible?
Según David Llistar, miembro del Observatorio de la Deuda en la Globalizacióny de la Plataforma Paremos el fracking, España forma parte de las economías dependientes, intensivas en energía y adictos a los fósiles. La mayor parte de la energía fósil que consumimos proviene de países como Argelia, Colombia, Nigeria, Rusia, etc. Una larga lista de países que, destaca Listar, estarían afectados por «la maldición de los países ricos en recursos naturales» y que los lleva a sufrir regímenes autoritarios y ser víctimas de un ecofascismo internacional, en el que algunos actores otorgan el derecho a acaparar los recursos naturales de sociedades que no los usan.
Este derecho se basa en el concepto de Seguridad Energética, o necesidad de asegurar el suministro, de garantizar los precios bajos y la seguridad jurídica de las compañías energéticas en su expansión transnacional. Un derecho que se puede ejercer en diversas formas: desde formas silenciosas, como las condicionalidades de organismos de crédito internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) a formas más duras, como fue el caso de la guerra de Irak.
«Si mantenemos el consumo actual y la petromentalidad» -concluye Listar- «será inevitable que se produzca una guerra metabólica y la implantación de la ecofascismo». Aunque este panorama puede parecer desolador, la segunda conclusión que debemos extraer de todo ello es que es necesaria y urgente la creación de un sujeto político que fuerce todo este camino hacia la transición energética.
En este sentido, desde el Observatorio por la Autonomía y los Derechos de los pueblos indígenas de Colombia, José Aristizábal nos recuerda la experiencia de Ecuador, país que ha decidido no extraer los más de 856 millones de barriles de petróleo que se encuentran bajo la Reserva de la Biodiversidad Yasuní, un área de la Amazonia amenazada con la desaparición de su megabiodiversidad y que se ha declarado Patrimonio de la Humanidad.
La transición a energías renovables
La transición hacia las renovables es una de las asignaturas pendientes del modelo energético actual. Para realizar este cambio es necesario un período de transición apoyado sobre energías fósiles, como el gas natural. Para Xavier Cugat, ingeniero y consultor de renovables, urge dar el paso en esta dirección, antes que se produzca el correspondiente pico del gas natural y sea demasiado tarde. En las circunstancias puntuales más desfavorables de los dos últimos años, afirma Cugat, con dos centrales nucleares paradas y en situación de poco viento y de mínima disponibilidad de renovables, las centrales de ciclos combinados, basadas en gas natural, cubrieron el 67% del consumo energético. La media de utilización está en torno al 30%. Datos que indican que una gran potencia térmica puede ser desconectada, siendo posible hoy eliminar las centrales de carbón y las nucleares sin ningún problema, remarca Cugat.
Las renovables permiten además potenciar el autoconsumo y aplicar estrategias de balance neto que aumentarían la eficiencia al consumirse la mayor parte de la energía en el punto de producción. Estas estrategias están siendo olvidadas o, incluso, sancionadas por la administración.
Para José Vicente Barcia de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, el problema no es tanto el desarrollo de las renovables, que será inevitable, sino quién producirá, distribuirá y comercializará las renovables. «El poder corrompe», sentencia Barcia, pero «la falta de poder también puede corromper». Desde la plataforma, se reivindica la recuperación del control democrático sobre la gestión de los recursos energéticos y se nos invita a participar, eso sí, «habiendo venido llorados de casa», porque, dice, «es mejor la peor de las alternativas que la mejor de las resignaciones».
La creación en Cataluña de la cooperativa Som Energia, que genera y comercializa energía verde, apostando por pequeños proyectos de energías renovables, es otro de los vectores a considerar en el proceso de transición. Pep Prat subraya que se trata de «una cooperativa de transformación y participación basada en un sistema horizontal y asambleario, que busca la emancipación social y energética».
El papel de los movimientos sociales
La Plataforma Paremos el fracking, en Cataluña ha aprovechado la lucha contra el fracking para denunciar el modelo energético en que se sustenta y suscitar el debate sobre el cambio de modelo. Desde los movimientos sociales, «el acento está en la recuperación de valores como la solidaridad y el empoderamiento de una ciudadanía organizada, que reclama su espacio de participación a la hora de decidir para liberar la actual democracia, secuestrada por los poderes económicos, y construir una democracia más real», afirma Llorenç Planagumà (PAF). Resalta también el geólogo, el poder de la construcción de puentes entre expertos y la ciencia y los movimientos sociales, de cara a la elaboración de propuestas alternativas.
Pero y nosotros, la ciudadanía, ¿qué sabemos de lo que consumimos en casa? -Nos interpela Manuel Rivero- ¿Sabemos cuál es nuestra eficiencia energética? ¿Queremos renovables para continuar malgastando la energía? ¿Cuántos planetas necesitamos para mantener el consumo actual e incluso, siguiendo el modelo imperante, hacerlo crecer? Y sin embargo, cuántos planetas tenemos en realidad?
* Lourdes Berdié es miembro de la Plataforma Antifracking - Comissió per un Nou Model Energètic.
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